Lunes 27 de marzo del 2006
(Recuerdos de viaje)
EVO "GLOBEADO" EN ORURO
Por
Hernán Maldonado
El carnaval de Oruro simplemente es majestuoso. A lo largo del recorrido parece darse cita toda la bolivianidad y la consigna es divertirse en grande. Este año un sol esplendoroso abrazó la ciudad y por casi 15 horas las comparsas desfilaron alegres, algunas precedidas solemnemente por la imagen de la Virgen del Socavón en medio de carruajes desbordantes de plateria.
La belleza y el vigor de los bailarines, la coreografia, los pasos sincrónicos, la policromía de los artísticos disfraces y la música contagiante son el común denominador. Imposible contarlo. El carnaval orureño hay que verlo, hay que vivirlo y sentirlo, así de simple.
En los intervalos entre comparsa y comparsa, las tribunas frente a frente estallaban en una guerra a globazos. No había lugar para el aburrimiento. Hasta Evo Morales recibió lo suyo. El periódico La Patria destaca una foto en la que el presidente aparece con los cabellos al aire por un certero globazo, ante la estupefacción de su primer anillo de seguridad.
Morales bailó con una joven de la morenada Mejillones y sus guardaespaldas trataron de mantener lejos a la multitud. El presidente que ayer nomás declaraba que no necesitaria de servicios de seguridad fue alejado de su pueblo. Pero fue difícil saber si los globazos eran de simpatía o reprobación.
El testimonio de La Patria fue el siguiente: "Un ciudadano en determinado momento se acercó al presidente. En una segunda oportunidad intentó compartir un plato de comida con el presidente Morales... pero debido a la celosa custodia militar, policial y civil, además del rechazo del Primer Mandatario, optó por lanzar los platos al aire y esparcir la comida en medio del escenario de la danza". 15 minutos después Morales y su comitiva abandonaron el lugar en medio de una lluvia de globazos, concluyó el diario.
Al día siguiente, en la entrada en La Paz, Morales decidió vestirse de pepino, lo mismo que sus guardaespaldas, y participó plenamente del carnaval. Tácita admisión del fracaso de sus custodios en Oruro de intentar de que se guardaran ciertas distancias.
El Santuario del Socavón estaba colmado a las 6 de la mañana del domingo. El párroco Domenico "Nico" Sartori, para el Evangelio, pide a los fieles "ponerse de pie... los que pueden". Decenas de borrachitos se apoderaron de los bancos. En la gigantesca plaza, la fiesta no parecía decaer. Desde que terminó la entrada decenas de miles han convergido allá. Nunca antes en mi vida había visto una borrachera tan descomunal.
Es la famosa "diana a la Virgen del Socavón". Decenas de bandas compiten por hacerse oir en un barullo fenomenal. El sucumbé corre a torrentes lo mismo que la cerveza. Sartori destaca la importancia de la milenaria devoción a la Virgen. Es el mismo cura que con una sotana y capucha negra y armado de una guadaña caracterizó la muerte y encabezó, "de manera muy personal", hace unas horas el baile de la Fraternidad Artística y Cultural La Diablada".
Con el despuntar del sol aparecen las vendedoras de los famosos "rostros asados" de cordero. Imposible que la curiosidad venza al terrible olor que se ha apoderado de la plaza. Pero no dejé Oruro sin antes haber saboreado en el Naijama las crujientes colitas de cordero. Entusiasmado felicito al dueño. "Es obra de mi madre. Comenzó hace 35 años y todavía está en la cocina", dice orgulloso.
Mi padre, que hizo el servicio militar en el Regimiento Camacho, me recomendó que si alguna vez iba a Oruro no me olvidara de tomar el famoso api. Fui al mercado Campero. No sé qué cara de felicidad habré puesto o que comentario hice, lo cierto es que cuando me disponia a pagar la casera me dijo: "Aquellos señores ya pagaron todo". Desde la puerta me sonrieron dos damas y tres caballeros con los que compartí la mesa.
(Mañana: Los Yungas de los cocales)
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