¿Tan enferma esta nuestra sociedad?




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Martes 14 de junio del 2011


¿TAN ENFERMA ESTA NUESTRA SOCIEDAD?

Por Hernán Maldonado

Ante la contundencia de los hechos, la patóloga Amalia Pagliario le preguntó con indignación a su contertulio, el comisario Orlando Arias: ¿Tan enferma está nuestra sociedad?

Ambos, aunque retirados en sus profesiones, revivieron sus años de éxitos en lo que era la Policía Técnica Judicial de Venezuela, al involucrarse en el esclarecimiento del atroz asesinato de la joven Roxana Vargas en manos del más reputado psiquiatra del país, Edmundo Chirinos, ex rector de la Universidad Central de Venezuela y ex candidato presidencial.

Pronto se cumplirá un año desde que la juez Fabiola Gerdel Santamaria sentenció a Chirinos a pasar los próximos 20 años en una cárcel rural donde están los peores delincuentes comunes del país sin atender a los pedidos de la defensa de que se le diera "casa por cárcel" en atención a sus 75 años de edad.

El horrendo crìmen que estremeció Venezuela es recordado estos días con la publicación de un libro en el que Ibéyise Pacheco despliega sus dotes de periodista de investigación que la llevaron a ganar numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo de 1988. El trabajo se titula "Sangre en el diván".

Chirinos, amparado en su alta posición social, económica, política, científica, trató siempre de mostrar que era víctima de una manipulación de la fiscalia y de la madre de la víctima, Ana Teresa Quintero, en el caso de una muchacha de 19 años que él profesionalmente consideraba que sufría transtornos mentales.

Pero el fiscal Zair Mundaray demostró que Roxana virtualmente realizaba todas sus actividades normalmente, como lo probaban sus relaciones sociales, sus calificaciones universitarias y sus vínculos familiares. En sus conclusiones preguntó si todo esto podía realizar un "enfermo mental". El acusado, que parecía disfrutar en el juicio mostrándose como un abuelo bonachón, explotó: "Un ejemplo de enfermo mental, es usted". Desbarató así su teoría de ser un hombre juicioso, sosegado, incapaz de hacer daño a alguien.

Las pruebas en contra el septuagenario, considerado un genio de la psiquiatria en Venezuela, doctorado en las universidades más famosas de Francia, Bélgica, Inglaterra y Estados Unidos, eran abrumadoras. Las más graves habían sido escritas por la víctima en su diario. Si Chirinos se hubiese interesado en Internet, quizás podía haber leído lo que Roxana escribía contra él.

Su madre cree que Roxana dio su vida con tal de desenmascarar las vagabunderias del médico que por décadas se mantuvieron en secreto porque Chirinos, tras abusar de sus pacientes, las chantajeaba para que callaran. No por nada se jactaba de ser amigo de Fidel Castro, Salvador Allende y de haber puesto y destituido a ministros en Venezuela. Hasta el final creía que podía ser absuelto proclamando a los cuatro vientos que era el psiquiatra del presidente Hugo Chávez (que no lo desmintió) y de haber atendido a su esposa Isabel y hasta de haberles aconsejado el divorcio.

Cuando los peritos policiales escarbaron en las oficinas y domicilio del reputado médico se encontraron con 1.200 fotografías de mujeres de todas les edades, sedadas, desnudas o con poca ropa interior. Mientras tanto en Internet comenzaban a circular testimonios de mujeres que aseguraban haber pasado por la experiencia que denunciaba Roxana.

A la víctima le apoyaba el testimonio de la ginecóloga que la atendió inmediatamente después de la visita Chirinos y que determinó que había perdido la virginidad a medias porque parecia haber sido violada dactilarmente y esa la razón del sangramiento vaginal y no producto de la Terapia Electro Convulsiva (TEC) que Chirinos juraba le había aplicado.

Lo insólito del caso es que en los círculos médicos y sociales eran casi vox populi las malandanzas del médico y nadie durante décadas se atrevió a denunciarlo. Tal era su poder. Los izquierdistas radicales lo consideraban su mejor exponente intelectual y de la mano de ellos fue rector de la más importante universidad del país. Por eso la indignada pregunta de la patóloga Pagliario.

Su condena fue una lucesita de esperanza de que, algún día, brille otra vez en Venezuela la justicia donde la impunidad es la regla y no la excepción. Todavía resuena en mis oídos la repuesta de Cilia Flores, como presidente de la Asamblea Nacional a la pregunta de la periodista Beatriz Adrián sobre si su organismo investigaria a los responsables de la maleta de los 800.000 dólares descubiertos hace 5 años en Buenos Aires destinados a la campaña presidencial de Cristina Kirchner: ¡Nunca Beatriz, Nunca!