Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Lunes 13 de agosto del 2001


LA VAGABUNDERIA LEGISLATIVA

Por Hernán Maldonado


El flamante presidente boliviano Jorge Quiroga se ha fijado la meta de doblar sus horas de trabajo para que el año de labor que le queda como timonel de la nación se convierta, en los hechos prácticos, en dos años. Plausible la iniciativa y dada la juventud del mandatario no hay porqué dudar que trabajará a ese ritmo.

Tampoco será un hecho inédito. Konrad Adenauer, con muchos años más que él, solía trabajar 14 horas diarias. Quizás esto explique cómo es que los alemanes, que en 1945 emergían de debajo de las ruinas en que quedó su país, ya para 1950 tenían funcionando otra vez sus grandes fábricas y salían a conquistar las carreteras y el mercado mundial con su famoso Volkswagen.

Ojalá que Quiroga pudiera contagiar de su entusiasmo por el trabajo a nuestros parlamentarios que han hecho de la holganza una institución, pese a que cada uno de ellos devenga un promedio de 4.000 dólares mensuales, mientras un maestro con 20 años de servicios apenas gana poco más de 250 dólares.

El más optimista de los promedios, según encuestas periodísticas, establece que nuestros parlamentarios apenas trabajan tres de los 12 meses del año. Claro, su reglamento establece innumerables pausas, producto de un orden de cosas que era explicable hace 100 años cuando los diputados y senadores debían trasladarse continuamente a sus distritos y debían hacerlo en lomo de mula o en carreta. ¿Pero eso se justifica ahora?

En el nuevo periodo que acaba de abrirse, por ejemplo, los honorables fueron sacados de sus prolongadas vacaciones la última semana de julio casi con el exclusivo objeto de elegir a las directivas camarales, algo que obviamente no requiere de sesudos análisis porque lo que se necesita es simplemente el esfuerzo de levantar los brazos dado que las elecciones se producen en los cogollos partidarios.

El 6 de agosto nuestros parlamentarios se trasladaron en masa a Sucre para escuchar la renuncia del presidente Hugo Banzer Suárez y al día siguiente sesionaron 20 minutos para aceptar y aprobar la sucesión. Mientras Quiroga hablaba de duplicar sus horas de trabajo, los parlamentarios sacaron a relucir una vez más su reglamento para establecer que tras la sesión del 6-7 de agosto se declaran en receso hasta el 20 de agosto…

Para nuestros “honorables” no hay ningún apuro mientras se llenan los bolsillos con generosos sueldos que tienen así el sabor de dineros malhabidos. El nuevo presidente del senado, Enrique Toro, acaba de anunciar recortes en el presupuesto. No ha hablado obviamente de reducir sueldos, que es lo que debería hacerse, sino de gastos operacionales. Ojalá que entre estos gastos se supriman los sueldos del centenar de senadores y diputados suplentes que ganan sin ningún justificativo. También deben desaparecer las decenas de asesores, auxiliares, choferes, secretarias y guardaespaldas de los que se vale la mayoría de estos “padres de la patria”.

Si como ya es norma, las principales leyes y decisiones del poder legislativo se toman o aprueban en las cúpulas partidistas, convirtiendo a los “honorales” en simples “levantamanos”, valdría la pena que en la revisión de la Carta Magna que se anuncia se apruebe el sistema unicameral. La realidad del país así lo exige por razones económicas y prácticas.

De otro lado, en las mismas reformas que se avecinan, sería saludable que se instituyera el fin de esa absurda ceremonia de “cesión del mando” cada vez que el presidente viaja al exterior en misión oficial. Esa costumbre se remonta también al tiempo en que un viaje fuera de La Paz representaba semanas de ausencia y hasta meses. Hoy eso ya no es necesario y aparece como una ceremonia impráctica, arcaica y fuera de lugar.

El presidente, por más que vaya a la China, sigue siendo presidente porque lleva consigo la representación del país. Puede gobernar desde donde esté porque así se lo facilita la era del teléfono portátil, los fabulosos recursos que pone a su alcance la Internet. Entonces ¿por qué dejar “otro” presidente en el país?

¿Verdad que es un absurdo? Y de paso la pérdida de tiempo que significa la ceremonia a la que tienen que acudir obligatoriamente los ministros de Estado, otros funcionarios de alto nivel, los del protocolo de la presidencia y la vicepresidencia, el alto mando militar, etc, etc y que tiene todos los visos de un ridículo “besamanos”, muy propio de épocas ya superadas.





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