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Lunes 20 de julio del 2014


LA TECNOLOGIA EN EL FUTBOL

Por Hernán Maldonado

En la reciente Copa Mundial Brasil 2014 han arreciado las voces clamando por la introducción de la tecnología en el fútbol para evitar los malos arbitrajes de manera que el resultado de un partido no dependa de ese factor.

Lo que llama la atención es que los proponentes más entusiastas son gentes no vinculadas al deporte de las multitudes, aunque respetables opinadores y con audiencias multitudinarias en los grandes medios.

La tecnología, afirman, evitaría los errores arbitrales y no habría resultados "injustos". Quizás, pero sería a costa del espectáculo como tal y su entorno. Se acabarían las sabrosas discusiones de café que se prolongan tras las jornadas y que a veces duran años.

Hasta el día de hoy ¿no son un motivo de análisis desde los más variados ángulos jugadas, goles, faltas, expulsiones, etc. de los 20 campeonatos mundiales disputados?

Uno de los torneos más polémicos fue el de Inglaterra-66. Las fallas arbitrales fueron muchísimas. En la final el inglés Hurst, a los 11 minutos de la prórroga, estrelló el balón en la parte inferior del travesaño. El juez suizo Dienst dio por válido el "gol". 29 años después, un estudio de la Universidad de Oxford determinó que la pelota no había entrado.

La tecnología ya se aplica en varios deportes sin mayor menoscabo a la integridad del espectáculo. En el fútbol lo afectaría. En el partido Brasil vs Colombia se contabilizaron 54 infracciones. Si el árbitro hubiera tenido que revisar cada jugada, el duelo se habría extendido al menos a tres horas.

El parar un partido para esas revisiones "enfriaría" el espectáculo, desaparecería el fragor de la lucha. En Brasil ya vimos algunas interrupciones "legales" para que los jugadores se refresquen. Pésimo antecedente. En el futuro partidos en ciudades altas serán parados para que los jugadores se "oxigenen".

La FIFA, reacia a producir cambios, ha introducido algunos avances tecnológicos como el de la permanente comunicación inalámbrica entre el árbitro y los jueces de línea y más recientemente con las cámaras en los arcos que instantáneamente demuestran si una pelota ha traspuesto la línea de gol.

Pero el grueso de las jugadas de apreciación siguen a juicio de los árbitros, encargados de aplicar el reglamento con aciertos y equivocaciones propias del ser humano.

El francés Blaise Matuidi le fracturó la tibia y el peroné al nigeriano Ogenyi Onazi. Pese a la gravedad, la más seria en la Copa Mundial, el árbitro no lo expulsó. Si el juez dependiera de la tecnología, hubiera visto en el receso que Matuidi, en partido previo, le rompió la cabeza al ecuatoriano Christian Noboa y…

El superastro brasileño Neymar sufrió la fractura de una vértebra y la afición y algunos críticos pidieron la más severa sanción para el colombiano Juan Camilo Zúñiga. El árbitro no lo expulsó y la FIFA tampoco aplicó ninguna sanción porque ciertamente fue un hecho fortuito. Pero, claro, de esto se seguirá hablando hasta cuando Neymar sea abuelito.

En cierta forma, ¿esto no es lo bonito y emocionante del fútbol? Modestamente yo sugeriría unos jueces adicionales cerca a los arcos. En el reciente torneo hubo penales evidentes producto de agarrones que los árbitros pasaron por alto, especialmente tras los tiros de esquina.

Por lo demás, dejemos el fútbol como está. Ajustemos las clavijas para desterrar a árbitros corruptos, pero que el espectáculo de 90 minutos intensos para humanos con virtudes y defectos no se conviertan en una especie de football americano donde un duelo de 60 minutos dura un promedio de tres horas.

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