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Miércoles 12 de enero del 2000


REENCUENTRO CON EL GATO

Por Hernán Maldonado


Juan Carlos Salazar y Hernán Maldonado (La Paz, Navidad de 1967).

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Lupe y El Hombre Mil (1/5/00)
Miami - En los albores de lo que hoy es la Agencia de Noticias Fides (ANF), al coincidir en la pequeña oficina, nuestro saludo era singular: ¿Qué tienes hoy? ¿Y tú?.

El ritual se repetia todos los mediodías. Entonces cotejábamos apuntes de los reportajes hechos en la mañana, nos dividíamos las tareas y empezábamos a teclear en un original y seis copias. No podíamos equivocarnos.

Y no podía haber borrones. Tenía que ser un producto terminado porque de allí mismo saliámos al Lloyd Aéreo Boliviano o a la Flota Copacabana que cubría la ruta La Paz-Oruro. Eran nuestros despachos diarios de ANF para los diarios La Patria, El Deber, Los Tiempos, etc.

Allí empecé mi amistad con Juan Carlos Salazar, el Gato para sus amigos, con quien me reencontré la semana pasada gracias a la magia del Internet y cuando todavía pensaba en el artículo de Lupe Cajías sobre El Hombre Mil.

Juan Carlos, un viejo amigo y un triunfador, es actualmente el Editor-Jefe del servicio en español de la agencia alemana de noticias DPA, de la que fue su corresponsal por 32 años. Es la primera vez en medio siglo que el jefe de ese servicio es alguien que no es alemán.

Juan Carlos, como muchos otros compatriotas, fue amenazado de muerte en 1970 cuando empezó la dictadura del general Hugo Bánzer y debió emigrar. Lo hizo primero a Argentina, donde siguió con la DPA, pero luego del asesinato del presidente Juan José Tórres, la agencia lo trasladó a México.

Cuando yo era corresponsal de la United Press International y viajaba a la cobertura de eventos internacionales, siempre fue grato encontrarme con Juan Carlos y rememorar los viejos tiempos. Lo hicimos en México, en La Habana, en San Juan, en Madrid, en Caracas, en Los Angeles, etc. La última vez en la Cumbre Presidencial de Miami.

Juan Carlos, junto con José Luis Alcazar de Presencia y Radio Fides (un poco más abocado al proceso de la guerrilla en si), fue uno de los pocos periodistas bolivianos que cubrió de principio a fin el juicio a Regis Debray en Camiri. Todavía no sé cómo es que se multiplicaba para hacer despachos para la DPA, la ANF y Radio Fides.

Eran épocas en las que los periodistas bolivianos tuvieron que competir con monstruos del periodismo mundial y es grato recordar que se les ganó la partida cuando de obtener primicias ("pepas") se trataba.

Jamás antes había llegado al país tal cantidad de periodistas extranjeros, la mayoría de ellos de renombre, ansiosos de entrevistar a Debray o al Ché Guevara. La batalla profesional fue intensa y entre los que la ganaron estuvo el Gato.

Todavía recuerdo como tramamos la cobertura el día de la sentencia a Debray. Juan Carlos sabia que al momento de leerse aquella, medio centenar de periodistas se abalanzarían sobre los tres teletipos y cuatro teléfonos de larga distancia disponibles en Camiri.

Aún no lo sé, pero Juan Carlos se las había arreglado para tener por anticipado la información de que la sentencia sería condenatoria y por 30 años. Entonces preparé abundante material con los urgentes, los boletines y un sólido lead para Radio Fides. El dia de los hechos Juan Carlos lo único que tenía que hacer era confirmarme si su versión era positiva empleando sólo dos palabras SI o NO. Fides volvió a ganar, como cuando la "pepa" sobre la muerte del Ché.

En los años duros, Juan Carlos luchó por el restablecimiento de la democracia en Bolivia. Trabajó arduamente al lado de Marcelo Quiroga Santa Cruz y su amistad la demostró cabal cuando éste le pidió ayuda. El Gato dejó sus cosas en México para acompañarlo en la campaña electoral del 80.

Pero más que político, el Gato fue, es y siempre será periodista.

Cuando recuerdo esos tiempos de la máquina de escribir, los papeles carbónicos, la goma de pegar, la de borrar, los marcadores, los teletipos, etc. pienso en la época del "periodismo heroico".

Todo eso es hoy cosa de museo...

Gracias a la tecnología el periodismo vive actualmente una nueva era y la disfruto sólo en tanto y cuanto me reencuentro con El Hombre Mil.