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Miércoles 19 de enero del 2000


¿A QUIEN LE CREEMOS?

Por Hernán Maldonado


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Miami - Uno de los primeros refranes que aprendemos es aquél de que "en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso". Nunca más oportuno ahora que nos encontramos ante las afirmaciones del "Fiscal de Hierro'' Rodolfo Gutiérrez, quien describe como completamente falsas las declaraciones del italiano Marco Marino Diodato.

Diodato, en una entrevista exclusiva con Carlos D. Mesa, director del Canal P.A.T., reiteró el jueves pasado sus denuncias de haber sido instado por Gutiérrez a involucrar en hechos delictivos al presidente Hugo Bánzer Suárez, con la promesa de recuperar su libertad en un lapso de 48 horas.

Eso habría sido a mediados del 1999 cuando estalló el escándalo que llevó a la cárcel al italiano, primero acusado por la clonación de teléfonos, luego por el oscuro caso de los casinos ilegales y al final por delitos de narcotráfico.

Diodato se considera la parte más delgada del hilo de una conspiración para defenestrar a Bánzer dentro de una lucha entre los "pitufos" y los "dinosaurios" de Acción Democrática Nacionalista, es decir entre la nueva guardia encabezada por el joven vicepresidente Jorge Quiroga y la vieja, conformada por los "históricos" del partido del presidente.

El italiano, desde su celda en la cárcel de Palmasola, considera que según los conspiradores era la persona ideal para destapar el escándalo por estar casado con una sobrina del presidente y sus nexos con el aparato de inteligencia y contrainteligencia autónomo que ayudaba a construir en el Palacio de Gobierno con la ayuda del general Luis Iriarte, otro pariente del mandatario.

Según su teoría, si denunciaba a Banzer, el escándalo habría sido de tal magnitud que éste se hubiera visto obligado a renunciar.

El jefe de Falange Socialista Boliviana, Otto Ritter, que ofició de abogado de Diodato en los días siguientes a la detención de éste declaró -- haciendo constar que no tiene ninguna prueba para demostrarlo - que Diodato es el chivo expiatorio de una plan frustrado orquestado por los "pitufos".

Ritter, que acaba de ser elegido concejal en Santa Cruz, teje la teoría de que los "pitufos" urdieron la trama porque saben que Quiroga no podrá aspirar a la presidencia en las elecciones del 2002 y que para el siguiente quinquenio ya ADN habrá desaparecido.

Cuando la semana pasada salieron a luz las denuncias de Diodato, el entorno de Bánzer, con la torpeza que le es habitual, hizo público el malestar de éste, convocando a los "sindicados" por Diodato a demostrar su inocencia, insultando a los principios más elementales del Derecho Penal que establecen que la inocencia se presume.

Obviamente Quiroga se sintió muy molesto. Ratificó su vocación democrática y su lealtad al general y descalificó a Diodato. En toda su ulterior actuación se notó autenticidad. Tras un almuerzo supuestamente aclaratorio entre Banzer y Quiroga, este salió de allí puntualizando que las relaciones entre ambos son "tranquilas".

Ni buenas, ni malas. Tranquilas.

Así quedó aplacada la tempestad que la "enemistad" al más alto nivel en el país se insinuaba. Ya nadie se acordó de escarbar sobre los motivos de la renuncia del ministro del Interior, Guido Nayar, a los pocos días de estallar el caso Diodato, cuando se fue afirmando que el gobierno necesitaba un "cambio de rumbo". (Golpe de timón, creo es el término que utilizó).

Justamente cuando las aguas volvían a su nivel, Mesa divulgó la entrevista a Diodato en Palmasola. Lo nuevo está en que Diodato atribuye a los americanos su cuota en la supuesta conspiración de los "pitufos". Parte importante de su declaración, porque obviamente tiene que haber testigos, son las indecisiones de sus captores sobre dónde llevarlo el día de su detención. Diodato dijo que se lo disputaban la CIA y la DEA.

En los días siguientes a la entrevista Mesa-Diodato, en las páginas de opinión de los diarios nacionales diversos columnistas repasaron las relaciones de nuestros primeros mandatarios y concluyeron que Quiroga, por su primeros éxitos en el gobierno (Diálogo Nacional) y su desempeño y aceptación ante organismos internacionales, despertó los celos del entorno banzerista.

Se subrayó que el distanciamiento con los "dinosaurios" se acentuó cuando Quiroga expresó su desesperación por el desastre que significa la actual administración, la incapacidad de algunos ministros, la corrupción galopante, en algunos casos en niveles muy cercanos al presidente, etc.

Pero de ahí a que Quiroga haya pasado a la conspiración hay un trecho enorme. Nadie se lo cree. Bueno casi nadie, porque los "dinosaurios" le pidieron que mostrara su inocencia. Por eso la furia contenida de Quiroga.

Pese al desastre gubernamental, Bolivia ciertamente no está en 1949, cuando el presidente Enrique Hertzog, "por razones de salud" fue enviado a curarse a Chulumani por su vice, Mamerto Urrilagoitia, quien lo primero que hizo fue empapelar el país con su fotografía en la que se mostraba amarrándose los pantalones.

El mismo día de la entrevista con Diodato, P.A.T. reveló otro escandaloso hecho atribuido a nuestro "Fiscal de Hierro". Resulta que Gutiérrez envió a la cárcel a un humilde trabajador, que está por ser condenado a 30 años de prisión, acusado de haber dado muerte a su madre y sus hermanas hace un año.

Según el trabajo investigativo de la periodista Amalia Pando, el fiscal alegremente manejó el caso, porque de haber ordenado una experticia forense habría llegado a la conclusión de que toda esa familia murió por envenenamiento de una comida preparada por la madre y de cuya ingestión justamente el único sobreviviente fue el joven al que Gutiérrez acusó de asesinato.

En el caso de las revelaciones de Diodato, Gutiérrez afirmó que se trata de "estupideces". Pero así como tan febles parecen las declaraciones del italiano, las suyas también lo son teniendo en cuenta varias de sus actuaciones como fiscal.

Y en cuanto al "involucramiento de la embajada" en el embrollo todo queda en una nebulosa fuera de cualquier posibilidad de investigación.

¿A quién le creemos? ¿A Diodato o Gutiérrez?