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Miércoles 27 de octubre de 1999


ADN Y SU LUCHA GENERACIONAL

Por Hernán Maldonado


Miami -- Por el momento, sólo el disfrute de las peras parece soldar la unidad del partido oficialista y quizás el resultado de las elecciones municipales apresurará una definición en la lucha generacional entre los "pitufos" y los "dinosaurios".

En las cinco semanas que faltan para esos comicios, los candidatos de Acción Democrática Nacionalista procurarán dejar los últimos puestos que les asignan las encuestas y que hasta ahora hacen prever una desastrosa derrota.

El adenismo, por todo lo que se ve, pagará caro el desastre que ha significado su inacción gubernamental en estos dos años. En ninguna de las ciudades del eje troncal, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, AD tiene posibilidades de victoria.

Los comicios podrían, empero, servirle para reexaminarse internamente y ver si ha llegado el momento de que los "dinosaurios" den un paso al costado en favor de los "pitufos". Es decir que la vieja guardia sea reemplazada por las nuevas generaciones de ADN.

Los "dinosaurios" conforman actualmente el alto mando partidario, son miembros del entorno palaciego y son los ministros de mayor confianza del presidente Hugo Banzer. Los "pitufos" son los de la nueva ola adenista encabezados por el vicepresidente Jorge Quiroga.

Cuando ADN alcanzó el gobierno hace dos años, la unidad parecía férrea al punto que Bánzer tuvo el gesto de desprenderse de la jefatura porque pasaba - dijo - a ser "presidente de todos los bolivianos". No pasó mucho tiempo cuando la sorda lucha por el control partidario obligó al viejo general a retomar el mando. Irónicamente, hizo lo mismo que le criticó a su antecesor, Gonzalo Sánchez de Lozada.

Como el partido y sus aliados llegaron al poder sin un programa de gobierno concreto, a sólo seis meses de ejercicio convocaron a un Diálogo Nacional del que salieron las pautas de acción en cuatro pilares. De ellas, sólo la lucha contra los cocaleros apunta a resultados concretos.

En ese Diálogo se lució Quiroga, no sólo como un eficiente organizador y moderador, sino también como un político con ideas claras sobre lo que debe hacerse en el país. Algunas exitosas giras al exterior, en las que brilló con luz propia, aumentaron su aura política.

Quiroga parecía no haber tomado en cuenta los celos que provocan esos éxitos. Ya una vez lo había dicho Juan Lechín: "la vicepresidencia en Bolivia es la quinta rueda del carro". Amargamente lo comprobó él mismo y mucho antes otros vicepresidentes, como Nuflo Chávez Ortíz.

Es decir que un "buen vicepresidente" no debe hacer más de lo que debe. Quiroga no pareció entenderlo así. Según los observadores estaba ganando terreno muy rápidamente y sus enemigos empezaron a removerle el piso.

Repentinamente, como para enemistar al general con Quiroga, surgió el rumor de supuestos quebrantos de salud serios del presidente y no sin alguna malicia se recordó el "chulumanazo" de 1948 cuando supuestamente por enfermedad renunció Enrique Hertzog, se fue a Chulumani, y asumió el mando su vice, Mamerto Urriolagoitia.

Bánzer no parece sufrir de ningún mal físico grave, aunque parece agudizársele la amnesia. La semana pasada en un discurso en el Palacio de Gobierno dijo que en 1971 asumió el poder como consecuencia de una "concertación". Más sorprendente aún, aseguró: "Yo no entré al Palacio en la punta de las bayonetas". Soberano olvido de las decenas de muertos y heridos aquél 21 de agosto, de los desaparecidos, de los centenares de presos, de los miles de exiliados, etc.

Volviendo al tema. Poco antes la lucha generacional dentro de ADN se había visto reverdecida con el apoyo de la gente de Quiroga a Ronald MacLean en la aspiración de éste de recuperar su puesto en la alcaldía de La Paz y la tenaz oposición a ello de los "dinosaurios"

Bánzer zanjó el pleito a medias al inclinarse en favor de MacLean (es el actual candidato) pero poco después, cuando debió reestructurar su gabinete, apeló a la vieja guardia, con lo que los del entorno palaciego mostraron a las claras quiénes son los que montan el potro.

El gran perdedor fue el ministro del Interior Guido Nayar, hombre de las nuevas hornadas adenistas, quien pese a que era el funcionario del gobierno con mayor índice de aceptación en la población, por su lucha contra el narcotráfico, debió ceder su puesto a Walter Guiteras, que hasta la fecha lo único que ha hecho es obrar como un elefante en una cristalería.

Quiroga no ha doblado aún la esquina de los 40 abriles y quizás está apresurándose en jugar sus cartas políticas. Claro, es cierto que el desastre gubernamental actual desespera a cualquiera.

El joven vicepresidente sabe que no puede buscar nada el 2002. Tampoco le conviene dividir al partido, como lo hicieron otros vicepresidentes. Le falta carisma, pero eso puede llegar con el tiempo, que es lo que tiene en abundancia, contrariamente a los "dinosaurios" que por ahora todo pueden hacer, menos parar el almanaque.