Regreso al comienzo Gracias por firmar el libro de visitas Artículo anterior Lo invitamos a participar en una nueva encuesta Foro abierto Libros CHAT ROOM Tema Libre |
LA CULTURA DEL DICE QUE DICEPor
Hernán Maldonado
¿Ocurrió asi? La respuesta es un rotundo ¡No!
En momentos en que la humanidad enfrenta uno de los retos más
colosales de su historia con la evolución de las comunicaciones vía satélite,
que hace posible el conocimiento de una noticia en sus más ínfimos detalles
en cuestion de segundos, cabe preguntarse ¿por qué entonces tanta
desinformación?
Este es el gran interrogante de la hora. A más fuentes de información, a
mejores comunicaciones, a mayor acceso a los medios, ¿cómo es que se
justifica que la gente, el gran público, se sienta más desinformado que
antes?
Para mi la respuesta está, ¡cuándo no!, en la educación. Cuanto más
educada una persona, cuanto más instruida, menos suceptible de ser confundida
o sepultada por el aluvión noticioso porque tendrá la capacidad de filtrar lo
útil y descartar lo inútil. Así de simple.
Y cuando más graves las noticias que se manejen, más debe ser el cuidado
en seleccionar las fuentes de información para no entrar en el torbellino de
la cultura del "dice que dice" que nos ha traido grandes pesares y vergüenza
a los bolivianos.
Aquel aciago 21 de julio de 1946, cuando según todos los indicios
parecía que por los feriados de fin de semana amainaria la turbulencia
político-social de los días precedentes, bastó un "dice-que-dice" para que
estallara la pólvora en La Paz.
Efectivamente, ese domingo como a las 10 de la mañana se empezó a correr
el rumor de que "en el patio de la alcaldía de La Paz hay siete
universitarios colgados". Nadie se preocupó de averiguar la veracidad del
"dice que dice".
La víbora humana sedienta de venganza, ni siquiera fue a la alcaldía a
"rescatar" los cadáveres de los supuestos colgados, sino que se dirigió a la
Plaza Murillo para atacar al palacio presidencial, asesinar al presidente
Gualberto Villarroel y sus edecanes y colgarlos de los faroles públicos.
Claro que en todas partes se cuecen habas, pero en Bolivia parecemos
haber cultivado una peculiar industria del dice que dice para dirigir a la
opinión pública en una determinada dirección. Sus más entusiastas cultores
son los políticos y a veces al más elevado nivel. Todavía recuerdo una
conversación en Caracas con Remo di Natale, líder de la democracia cristiana
boliviana en 1970.
Era el 20 de agosto y mientras monitoreábamos las trágicas informaciones
desde Bolivia, él justifico el golpe del coronel Bánzer porque "dice que hay
3.000 rusos en Colquiri listos para apoyar la instauración de un régimen
comunista en Bolivia". Ya ni me molesté en preguntarle quién se lo había
dicho.
Ahora hace un mes, la prensa mundial se lleno con la noticia divulgada
desde Achacachi por reporteros de una radio paceña, recogida por los diarios
más serios del país y de allí por las agencias noticiosas internacionales.
Cuando la calma regresó a la zona de Achacachi, pudo reconstruirse lo
sucedido y aunque ciertamente el capitán Tellez tuvo una muerte atroz, nadie
se ensaño con el cadáver, como lo atestiguó el forense del hospital de
aquella población.
El gobierno, que se ufana de cuidar la imagen del país en el exterior,
de manera taimada tampoco desmintió las tremendas informaciones, pese a que
sus altos miembros y los jefes de las Fuerzas Armadas comprobaron el mismo
domingo que el cadáver de Tellez no estaba desmembrado.
¿Qué tal si por nuestro peculiar "dice que dice" uno de esos
gatillo-alegres que nunca faltan entre los militares hubiera decidido ordenar
represalias por el horroroso asesinato de su capitán?
|
|