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MONUMENTO A LA ESTUPIDEZPor
Hernán Maldonado
Todo comenzó cuando a fines de noviembre Elián fue encontrado por unos
pescadores miamenses en el mar flotando sobre un neumático. Había sido
colocado allí 48 horas antes por su heroica madre. Fue uno de tres sobrevivientes
de esos naufragios que se dan un día sí y otro no en el Estrecho de la
Florida.
En Cuba, su padre, Juan Miguel González, reclamó su derecho a hacerse
cargo de su hijo, entregado por el Servicio Nacional de Inmigración a unos
parientes lejanos en Miami quienes lo acogieron, lo mismo que un exilio
militante que lo enarboló como bandera de su causa al saber que Fidel Castro
se metió en el caso.
Juan Miguel González aparentemente fue sorprendido por la decisión de la
madre, de la que se había divorciado, de sus intenciones de llevarse a Elián
a Estados Unidos en una balsa. Lo que si está claro es que a pesar de la
separación, los padres se llevaban bien y Juan Miguel se reunía con su hijo
todos los fines de semana en el encantador pueblito de Cárdenas.
Por eso, cuando Juan Miguel se enteró que Elián había sobrevivido al
naufragio que costó la vida a su madre, hizo lo que tenía que hacer, reclamó
la patria potestad del niño, amparado en la ley de su país y la de Estados
Unidos
Ya para entonces Fidel Castro tomó el asunto en sus manos y dio un plazo de
"48 horas" a Estados Unidos para devolver el niño a su padre. En Miami el
exilio se movilizó para no darle el gusto. La reunificación familiar, fue el
principal argumento de Castro, quizás sin darse cuenta que precisamente su
régimen ha dividido a la familia cubana desde hace 40 años.
Sin andar muy lejos, decenas de profesionales que desertaron en los últimos
años de Cuba todavía no pueden traer al exilio a sus familiares más
inmediatos. ¿Reunificación familiar?
Los familiares de Elián en Miami salieron de pronto de la oscuridad. Por su
humilde morada en la Pequeña Habana empezaron a desfilar congresistas,
políticos, grandes abogados, personalidades de todo tipo y un pequeño
ejército de periodistas instaló su cuartel general enfrente de la casa para
que el gran público no se perdiera ni un bostezo de Elián.
La fortuna también llegó de repente, porque si no, ¿cómo es que se justifica
los honorarios a esas estrellas de la abogacía que empezaron a revisar todos
los vericuetos legales y encontrar rendijas por donde meter el caso Elián con
tal de que éste se quede en Estados Unidos?
Y así fue dilatándose el caso. La familia adoptiva se tomó en serio su papel
y desafió al padre a venir a Miami y rescatar a su hijo. Juan Miguel llegó a
Estados Unidos, pero tampoco se animó a venir a Miami, atado, como está, a la
representación diplomática cubana en Washington DC.
Quizás también Juan Miguel recordaba la visita de las abuelas, quienes
pasaron en Miami las de Caín antes que el tío-abuelo Lázaro y la prima
Marisleysis les permitieran ver al menor.
La Secretaria de Justicia, cuando vio que las chicanerias y argucias legales
se extenderian por sabe cuánto tiempo más, decidió actuar. Unos policías
chambones podrían haber ejecutado una labor más discreta y eficiente. Los
"Rambos" de la señorita Janet Reno actuaron como en una mala película de
terror.
Entonces el exilio expresó su indignación a la excesiva demostración de
fuerza. Vigorosos hombres y resueltas mujeres se lanzaron a las calles para
enfrentar a los cordones policiales, con una valentía que jamás mostraron
mientras vivían en Cuba.
Y es que quizás a muchos de ellos se les arruinó la fiesta. Esperaban que
Castro, irritado porque no se le entregaba a Elián, abriera las compuertas de
otro éxodo. Esos muchos, en el fondo de sus corazones, abrigaban para sí la
esperanza de reunificaciones familiares.
Los políticos, que también han manoseado a su antojo el caso del balserito,
también se quedan sin un filón para explotarlo con vistas a las elecciones de
noviembre. No más fotitos, ni besitos con el niño.
Y en cuanto a los parientes lejanos, cuatro días después del reencuentro de
Elián con su padre, pues siguen tocando la puerta que ellos no quisieron
abrir.
Elián, con sus seis años, todavía no puede darse cuenta que fue una ficha de
los resabios de una Guerra Fría aún vigente en el ardiente Caribe.
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