Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 23 de enero del 2005


EL BOCHINCHE GENERALIZADO

Por Hernán Maldonado

El presidente Carlos Mesa parece que finalmente toma conciencia de que es el primer mandatario de la nación, que encabeza un régimen legítimo y que lo que debe hacer es simplemente gobernar como se lo manda la constitución sobre la que juró solemnemente.

Mesa anunció el pasado fin de semana que gobernará hasta el 2007. Atrás quedó su infeliz amenaza de renunciar si se producía algún muerto como consecuencia de la convulsión social que estremece actualmente Bolivia.

Los grandes líderes no abandonan su puesto de combate en los momentos difíciles. Algunos cercados por la incomprensión y la soledad política prefirieron pegarse un tiro, como Germán Bush, o escogieron la muerte a la huída fácil, como Gualberto Villarroel.

Por eso es que sus nombres aparecen en la historia nacional en letras de molde, más allá del juicio que pueda hacerse de sus gobiernos.

Pienso que Mesa, que es uno de nuestros mejores historiadores modernos, tiene momentos en que se siente como Bush o como Villarroel. Como Bush, porque quisiera hacer mucho por el país, pero no tiene con qué. El presidente suicida tenía también gran aceptación popular, pero no tenía sostén político.

Y como Villarroel, porque igual que el presidente martir, Mesa es combatido tanto por la izquierda como por la derecha y no cuenta con hombres leales como Roberto Hinojosa y Luis Uria de la Oliva, si vamos a tomar en serio lo dicho en el parlamento por su brazo derecho, José Antonio Galindo.

El ministro de la Presidencia candorosamente dijo que no sabe si sus predecesores disfrutaron con el cargo, pero lo que es él no halla la hora de volver a su casa. Si esta es la mistica que tiene uno de sus hombres de mayor confianza, entonces Mesa debe sentirse todavía mucho más solo que Bush.

El bochinche en el país es colosal. El gobierno, desde hace más de un año, sabía que no tenía mas remedio que subir el precio de los combustibles. Los estrategas fallaron en preparar el terreno. Quizás otra hubiera sido la reacción popular si se concientizaba sobre la necesidad de la medida.

Pero no ocurrió así. Justamente cuando el país se preparaba a festejar la entrada del nuevo año, vino el anuncio como un golpe a traición. Aunque el país siguió funcionando, los radicales aprovecharon la circunstancia para sacar dividendos.

Porque si la derogatoria del decreto del 31 de diciembre era lo principal, ¿por qué los rebeldes alteños levantaron su paro cuando consiguieron la rescisión del contrato con Aguas del Illimani?

Y si ese era el mismo motivo esgrimido por los comiteistas cruceños, ¿por qué insisten en mantener su rebelión so pretexto de mayor autonomía? Si va a haber autonomia en el país, eso lo decidirá la Asamblea Constituyente, que los propios cruceños alientan con tanto entusiasmo. ¿Cuál la razón para quemar etapas incendiando el país?

Dado que las encuestas de opinión favorecen a Mesa por encima del 50 por ciento, hay que concluir en que hay algo oscuro y sería muy bueno que nuestros servicios de inteligencia buscaran qué hay detrás de ese interés de grupos y grupúsculos de mantener permanentemente embochinchado al país, ya sea con gobiernos de derecha, de centro, de centroizquierda, independientes, civiles o militares.

Porque éste desorden crónico que hay en Bolivia ha tomado recientemente una inusitada fuerza desde que aparecemos ante el mundo como dueños de ricos yacimientos gasiferos.





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