Los crímenes de lesa humanidad y el terrorismo de Estado de la dictadura de Cuba no pueden quedar impunes
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
Los jefes y operadores de la dictadura de Cuba están cometiendo -in fraganti- crímenes de lesa humanidad y terrorismo de estado contra la población civil indefensa. Se trata de hechos delictivos anunciados, confesados y reivindicados por los autores y probados y documentados por la ciudadanía y la prensa internacional. La seguridad de la dictadura castrista y de sus sicarios institucionalizados es la impunidad, frente a la que las democracias y el sistema internacional tienen la obligación de individualizar a los autores para que los crímenes de lesa humanidad y de terrorismo de estado se sancionen.
Crímenes de lesa humanidad son todos los “delitos especialmente atroces y de carácter inhumano, que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, cometidos para aplicar políticas de un Estado o una organización”. Entre estos crímenes están la persecución, la desaparición forzada de personas por detención o secuestro, el encarcelamiento, la violación, la tortura, la deportación, el esclavismo, el terrorismo, el asesinato y cualquier otro acto inhumano contra la población civil.
Terrorismo de Estado consiste en “la utilización de métodos ilegítimos por parte del un gobierno, los cuales están orientados a producir miedo o terror en la población civil para alcanzar sus objetivos o fomentar comportamientos que no se producirían por si mismos”. Se consideran como terrorismo de Estado el “uso de la coacción o persecución ilegitima, el secuestro, desapariciones forzosas, la tortura, el asesinato o ejecución extrajudicial, la “instrucción o inducción a la tropa propia para que actúe de tal manera que cause terror en la población civil” y mas.
El terrorismo de Estado es crimen de lesa humanidad. Hay terrorismo de Estado “cuando los gobernantes o detentadores del poder reprimen a la población de modo sistemático para poder llegar a dominarla a través del temor, evitando cualquier acto de resistencia a la opresión”.
En respuesta a las manifestaciones pacíficas del pueblo de Cuba pidiendo LIBERTAD, PATRIA Y VIDA que iniciaron el 11 de Julio de 2021, el dictador Miguel Díaz-Canel hizo apología pública de los crímenes de lesa humanidad que instruyó se cometan contra la población civil, llamando al “combate” contra un pueblo desarmado. Ese delito público, juntamente con todos los individuos que integran la cúpula de la dictadura de Cuba incluido Raúl Castro, ha producido y sigue produciendo la perpetración de golpizas, detenciones, secuestros, extorsiones, allanamientos, desapariciones forzadas, encarcelamiento, procesos sumarios sin derecho a la defensa, tortura, asesinatos y mas.
La supresión de internet es parte del terrorismo de estado que están cometiendo los jefes y operadores de la dictadura de Cuba. Está ampliamente documentado como prueba de delitos in fraganti, la perpetración de golpizas, detenciones indebidas y asesinatos por elementos introducidos como civiles en las marchas pacíficas para desorganizarlas, aterrorizar a la gente e implantar el terror. Además de los sicarios institucionalizados que delinquen de civil, la dictadura ataca a la población con tropas especiales con la instrucción de “infundir terror en la población”.
El domicilio que tiene condición de “inviolable”, ha sido objeto de allanamientos violentos por funcionarios armados que han causado heridos y asesinatos, llenando de terror a ancianos, mujeres y niños como lo documentan múltiples videos ciudadanos. La dictadura de Cuba esta infundiendo el terror buscando a toda persona que ha podido identificar en las manifestaciones pacíficas, allanando su casa con violencia para apresarla, causando daños físicos al detenido y traumas extremos a la familia.
La seguridad de los autores intelectuales, autores materiales y de sus cómplices en la comisión de crímenes de lesa humanidad y terrorismo de Estado en Cuba, radica en la impunidad que desde hace mas de 62 años tienen los miembros del régimen. Fidel Castro murió en la impunidad, nunca fue juzgado por los asesinatos, torturas, fusilamientos, encarcelamientos y sistema de terrorismo que implantó en Cuba y tampoco por los múltiples ataques, conspiraciones, guerrillas, narcotráfico y sediciones que articuló en las Américas y el mundo. El rotulo de revolución sirvió a Castro para mantener impunes sus atroces crímenes de lesa humanidad. La historia lo está condenando y cuanto mas tiempo pasa es mas dura y definitiva la condena como lo prueba el 11 de Julio 2021.
Es urgente individualizar a los autores, cómplices y encubridores de los crímenes de lesa humanidad que se están ejecutando en Cuba. Los líderes democráticos y el sistema internacional tienen la obligación de que estos crímenes no sean impunes.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, politólogo, 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actual Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.