El retorno a la democracia en Venezuela depende de proteger la libertad y la vida de María Corina Machado

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El retorno a la democracia en Venezuela depende de proteger la libertad y la vida de María Corina Machado

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El retorno a la democracia en Venezuela depende de proteger la libertad y la vida de María Corina Machado

Por Carlos Sánchez Berzaín (*)

La derrota de la dictadura de Venezuela ha comenzado con las elecciones primarias de la oposición real, que por el 92,35% eligió candidata a la presidencia a María Corina Machado. Sin embargo, el socialismo del siglo 21 bajo mando de Cuba, del que Venezuela es un satélite, persigue, encarcela y asesina a quienes les pueden ganar, como lo prueban encarcelamientos y destierros en Nicaragua y Bolivia y los asesinatos de Osvaldo Paya en Cuba, de Fernando Villavicencio en Ecuador y más. El retorno a la democracia en Venezuela depende de la libertad y la vida de María Corina Machado.

El enemigo de la libertad y la democracia en Venezuela es el socialismo del siglo 21 o castrochavismo, una organización de crimen organizado trasnacional que bajo el mando de la dictadura de Cuba ha expandido el sistema y el poder del castrismo del siglo pasado en el siglo 21, por efecto de las acciones que el presidente de Venezuela Hugo Chávez comenzó en 1999 salvando a la dictadura cubana de su periodo especial con dinero y petróleo. Con y por la muerte de Chávez, la dictadura cubana tomó el control de Venezuela, convirtiendo al país más rico de Latinoamérica en un narcoestado tan miserable como Cuba.

El régimen que detenta el poder en Venezuela es una dictadura del socialismo del siglo 21, satélite de Cuba y por su riqueza y posición geopolítica es la plataforma principal para la expansión de la organización criminal trasnacional que controla las dictaduras de Nicaragua, Bolivia e influye en los gobiernos para dictatoriales de México con López Obrador, Argentina con Fernández/Kirchner, Colombia con Petro, Brasil con Lula e intermitentemente Chile con Boric.

Las dictaduras del socialismo del siglo 21 han hecho de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua narcoestados y Venezuela es uno de los principales, señalado por el “cartel de los soles” del que Nicolas Maduro, el dictador y jefe del narcoestado y del gobierno, está acusado y buscado por la justicia con 15 millones de dólares de recompensa por su captura.

Nicolas Maduro y Diosdado Cabello detentan el poder por medio de “terrorismo de estado” definido como “la utilización de métodos ilegítimos por parte del gobierno (crímenes) los cuales están orientados a producir miedo o terror en la población civil para alcanzar sus objetivos o fomentar comportamientos que no se producirían por sí mismos”. Por este medio en la dictadura de Venezuela, como en las de Cuba, Nicaragua y Bolivia, de manera uniforme y sistemática existen presos y exiliados políticos, tortura, persecución judicializada, manipulación de la justicia como instrumento de terror.

La situación de Venezuela está agravada por la investigación ante el Tribunal Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad, por el exilio de cerca de 7 millones de venezolanos, por el secuestro de ciudadanos extranjeros para extorsionar y por ser la principal plataforma para la penetración de las dictaduras de Rusia, China, e Irán en la región.

Venezuela tiene la más sólida “oposición funcional” que defino como “la simulación de oponerse a un régimen o gobierno cuando en realidad se está cooperando a su existencia o legitimación por medio de la falsificación de condiciones de democracia o de legalidad que no existen, a cambio de beneficios y/o prebendas”. La oposición funcional es la oposición de mentira, es un crimen a cambio de corrupción en perjuicio de la libertad, los derechos humanos y la democracia de los pueblos. En los últimos años la oposición funcional venezolana ha permitido -por corrupción- la permanencia de la dictadura haciendo incluso fracasar el apoyo internacional para recuperar la democracia.

El repudio popular al régimen dictatorial en Venezuela supera el 80% y en estas condiciones, la única manera que la dictadura de Venezuela tiene para seguir detentando el poder es interrumpir el proceso electoral que va ganando María Corina Machado. El mayor riesgo es que la dictadura castrochavista de Venezuela, directa o indirectamente, con su brazo oficial o de sicarios, con el aparato de represión del terrorismo de estado o con el del Foro de Sao Paolo o del narcotráfico, atente contra la libertad y la vida de la candidata que les gana las elecciones.

Acusar falsamente, atribuir los crímenes de la dictadura a sus víctimas, utilizar fiscales y jueces como verdugos, manipular juicios como linchamientos, encarcelar por décadas a opositores mientras se empobrece y extorsiona a sus familias son practicas habituales del socialismo del siglo 21. Lo prueban la historia de Bolivia desde el golpe de estado de 2003, el proceso electoral/criminal de Nicaragua 2021 y más.

El socialismo del siglo 21 mata. Lo prueban el asesinato de Osvaldo Payá y Harold Cepero certificado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la muerte del fiscal Alberto Nisman en la Argentina K, el reciente asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio en Ecuador, la muerte del general Raúl Isaías Baduel en manos de la dictadura de Venezuela, el asesinato del Alcalde de Manta Agustín Intriago en Ecuador, cientos de casos individuales más y las decenas de masacres sangrientas perpetradas en este siglo en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua.

Con esta realidad objetiva el sistema internacional no puede ignorar que el retorno a la democracia en Venezuela depende de proteger la libertad y la vida de María Corina Machado.

(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista y politólogo. Actual Director del Interamerican Institute for Democracy.

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