Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Lunes 28 de octubre del 2002


VENEZUELA APUESTA POR LA PAZ

Por Hernán Maldonado


El secretario general de la OEA, César Gaviria, inicia esta semana en Caracas una crucial gestión encaminada a sentar en una mesa de diálogo al gobierno y la oposición. Podría ser el último esfuerzo para evitar que los venezolanos se maten los unos a los otros.

El gobierno del presidente Hugo Chávez Frías está contra la pared y con muy poca capacidad de respuesta a los demoledores golpes del adversario, el último de los cuales es una atípica rebelión de militares que han desconocido su autoridad y se mantienen atrincherados en una plaza pública.

Cuando esos militares se rebelaron el martes pasado, Gaviria se apresuró a condenarlos, pero estos le respondieron que no eran golpistas porque no sacaron los tanques a las calles sino que, amparados en el artículo 350 de la Constitución, se pronunciaban pacíficamente buscando la salida de Chávez.

En su segundo mensaje Gaviria dio marcha atrás y dirigió sus dardos contra el oficialismo, al que de paso le obligó a recibirlo esta semana dado que la temperatura política en Venezuela entró en etapa de ebullición.

"O nos entendemos, o nos matamos todos", dijo el vicepresidente José Vicente Rangel tras los luctuosos hechos del 11 de abril cuando Chávez fue depuesto brevemente. La frase podría repetirla hoy, lamentablemente cuando parecen haber menos posibilidades de entendimiento.

Aquella vez por lo menos estaba claro que la oposición había perdido varios puntos, se sentía frustrada y derrotada. Hoy la misma oposición se halla más vigorosa, más organizada, se ha extendido a capas populares y por si fuera poco se le ha sumado un fuerte contingente militar.

El gobierno niega que esto sea así. El paro obrero-patronal del 21 de octubre fue impresionante. Contrariamente a lo ocurrido el 10 de diciembre, esta vez los negocios y fábricas en "territorios chavistas", como la extensa zona de Catia, también cerraron sus puertas.

Sin embargo el gobierno, en cadenas de radio y televisión, el mismo día negaba su éxito asegurando que sólo el 10 por ciento de la población acató el paro. Ya no era sólo la mentira, sino el cinismo. El descaro enfureció más a la oposición.

Pero ni los más avezados analistas contaban con que el 22 de octubre un grupo de generales y almirantes desconocería al régimen amparándose en el artículo constitucional aprobado por chavismo que les otorga poder deliberante.

Los militares, "sólo con la voz como un cañón y la palabra como una bala" decidieron acampar en la gigantesca Plaza Altamira hasta que Chávez renuncie o convoque a elecciones anticipadas. Allí los acompaña una vociferante multitud que se renueva día a día, noche a noche.

La Coordinadora Democrática, artífice de las exitosas manifestaciones y paros antigubernamentales, fue sorprendida por la actitud castrense. Demoró en pronunciarse y sólo cuando comprobó que detrás de los generales y almirantes no había un golpe de Estado ni la intención de robarle protagonismo, se le ha sumado timidamente.

El grupo original de 14 militares ha visto incrementarse su número hora tras hora y hasta el domingo sumaba el centenar. Hasta el piloto personal de Chávez se sumó a sus filas.

En lo que podría interpretarse como una muestra de su debilidad, el gobierno no ha tomado aún ninguna medida seria contra los "alzados". En los días previos al pronunciamiento, algunos intentos de detención fueron frustrados por vecinos que rodeaban a las comisiones policiales o rescataban a los presos de sus manos, como el caso del general Manuel Antonio Rosendo.

En el Este de la ciudad, habitado por gentes de la clase media para arriba, el barullo es constante las 24 horas del día. En las congestionadas autopistas las bocinas tocan acompasadamente la consigna de "ni un paso atrás" o "se va, se va, se va". El ruido de bocinas y cacerolazos es ensordecedor cuando desde Altamira se anuncia de una nueva deserción militar.

El chavismo decretó el adelanto de la Navidad con nutridas concentraciones populares en las que entusiástica y parsimoniosamente se corea: "Chávez los tiene locos" y sus líderes denostan contra los "escuálidos" (burgueses). Los más radicales instan al presidente a "profundizar la revolución bonita".

Pero creo que a Chávez se le acabó el tiempo. No he visto en ninguna parte que un régimen sobreviva teniendo al frente a la Iglesia, el empresariado, los trabajadores, los medios de comunicación y parte de la jerarquía castrense.

He pasado las últimas tres semanas en Caracas y dudo muchísimo que Gaviria tenga éxito en la Venezuela atípica de estos días. Chávez está al bate en la parte baja del noveno episodio, con dos strikes, con dos outs y con el partido perdido 1-0. O si lo prefieren en términos futbolísticos: juega tiempo de descuento.





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