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Domingo 8 de noviembre del 2015


VENEZUELA LLEGO AL LLEGADERO

Por Hernán Maldonado

En poco menos de un mes, los venezolanos acudirán a las urnas para renovar totalmente su Asamblea Nacional, en medio de un estado catastrófico por falta de alimentos y medicinas, "gracias" al desgobierno del chavismo despilfarrador que ha hecho desaparecer una riqueza que jamás manejaron los gobiernos democráticos en 40 años.

Hasta las encuestadoras oficialistas pronostican una apabullante derrota de las huestes de Nicolás Maduro. En la oposición hay un desbordante optimismo. Se estima que jamás en 16 años el oficialismo ha estado al borde de un revés electoral de envergadura. Sin embargo, es de sobra conocido que en política es aventurado contar los pollitos antes de nacer.

"Vamos a ganar, sea como sea", ha amenazado el corpulento dictador. Está apelando a las artimañas de siempre para torcer la voluntad popular y no sería raro que al terminar el 6 de diciembre su títere Tibisay Lucena, la presidente del Consejo Nacional Electoral, anuncie resultados que nadie espera.

Pero esta vez será muy difícil que les haga tragar a los venezolanos ruedas de molino. El malestar social se palpa todos los días en las kilométricas colas para comprar un pollo, arroz, azúcar, café y la harina pan, la materia prima de la arepa, ese pan de maíz infaltable en la dieta nacional.

La dictadura ha secuestrado todos los poderes y amenaza a los 2.5 millones empleados públicos con despedirlos si no votan por los candidatos del oficialismo. La misma amenaza es para los becarios, los adjudicatarios de viviendas, los jubilados, pensionados y todos aquellos que viven sin trabajar a costa del Estado.

La oposición tendría que ganar poco más de 100 de las 165 bancas de la Asamblea para reencauzar al país por la senda de la democracia. Sabe que esta es la última batalla cívica. Una derrota significaría su inevitable división, entre los que apuestan al voto y los que creen que la dictadura no sale del poder por la vía electoral.

El régimen apuesta a no ceder los dos tercios y maniobrará para (así "contentar" a la oposición) darle la mayoría simple. Descartado está que pueda adjudicarse un triunfo, así sea estrecho, porque esta vez la posibilidad de su derrota es lo único que está conteniendo la bronca acumulada y que se ve todos los días en las colas callejeras.

Pero como el cinismo es más grande que sus escrúpulos, Maduro y sus huestes configuraron circuitos electorales en los que son mayoría, pero que tienen 10.000 habitantes, para elegir a 4 diputados, mientras Chacao, en Caracas, que tiene 250.000 votantes y es opositor, apenas elige a uno.

El oficialismo tiene bajo su puño a televisoras, radios y diarios para su desmedida propaganda de logros que no se ven en ninguna parte, por el colosal despilfarro de más de un millón de millones de dólares en 16 años, de los cuales (según el ex ministro chavista Jorge Giordani) desaparecieron en manos de los jerarcas 25.000 millones.

La actual escasez es producto de la destrucción del aparato productivo del Estado con la hemorragia de confiscaciones ordenadas por Hugo Chávez, que dejaron industrias pesadas, medianas y pequeñas en quiebra y el régimen se dedicó a importar a diestra y siniestra, aprovechándose del precio del barril de petróleo en un promedio de $90 en los últimos nueve años.

Como el precio se redujo a la mitad, ahora no hay con qué importar y esa la razón de la brutal escasez que padece Venezuela y que el régimen trata de ocultar a bala (43 estudiantes murieron en las protestas del 2014), palo y cárcel. Jamás el país ha estado frente a unas elecciones como las del 6D, en la que se jugarán todo, o casi todo, oficialismo y oposición, porque como generalmente se dice en estos casos, "el país llegó al llegadero".