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Lunes 28 de enero del 2013


ENDIOSAMIENTO DE CRIMINALES

Por Hernán Maldonado

John Jairo Velásquez, jefe de los sicarios del tristemente célebre narcotraficante colombiano Pablo Escobar, cumplirá en octubre 20 años de cárcel y… no quiere salir libre porque sabe que su cabeza está valorada en $2 millones.

“Estoy dispuesto a quedarme aquí otros 30 años”, porque “sé que la muerte me espera en las calles”, añadió el delincuente que confesó haber matado personalmente a unas 250 personas y secuestrado a personalidades como Andrés Pastrana, antes de que éste fuera presidente.

“Soy un hombre decente”, asegura, pero no olvida que mató o mandó a matar a unos 800 policías por orden de Escobar. Fue el ejecutor de políticos de renombre, como el candidato presidencial Juan Carlos Galán, el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla y el director de El Espectador, Guillermo Cano.

Como asegura que posee “un dinerito guardado por ahí”, tiene entre sus aspiraciones irse a vivir al extranjero junto con el hijo que procreó con una ex reina de belleza colombiana, quienes desde hace rato viven sin apuros, probablemente en Costa Rica.

El preso más vigilado y cuidado de Colombia lo ha sido porque sus testimonios han llevado a las autoridades a esclarecer multitud de crímenes ordenados por Escobar, el capo fundador del Cartel de Medellín, cuya fortuna en algún momento se calculó en $54.000 millones.

Estos días el nombre de “Popeye”, ese es su alias, ha vuelto a los medios no sólo por su próxima liberación, sino por la culminación en Miami de otra telenovela más del narcotraficante que en algún momento fue el más buscado en el mundo hasta su muerte el 2 de diciembre de 1993.

Escobar, dejó un reguero de sangre en Colombia, y tras su muerte en una emboscada policial en Medellín se pensaba que pronto sería olvidado. No ha sido así. Se han publicado libros, documentales, se hacen telenovelas y películas y se ha convertido en leyenda.

Tanta es la fanfarria en torno a su vida que pareciera que por momentos se enaltece el delito, se aplaude la vagabundería que lleva a la súbita riqueza, la promiscuidad sexual y el crimen. El burdo endiosamiento.

Amigos colombianos me cuentan que en hogares colombianos hay quienes cuelgan sus fotos como si se tratara de un santo. Y es que Escobar, no solo se dedicó al crimen, sino que con el dinero que tenía se creía con el derecho de comprarlo todo, jueces, políticos, periodistas, policías, etc.

Por supuesto que en algún momento se compró también votos para alcanzar un escaño en el parlamento. Escobar construía casas, regalaba televisores, refrigeradores. Equipaba centros de salud en barrios marginales. No había pedigüeño que saliera de una entrevista con los bolsillos vacios.

“Don Pablo”, era amado y mucho más cuando apareció como el principal propietario del Independiente Medellín, el principal equipo en la liga de fútbol local. El público lo aplaudía clamorosamente cuando lo invitaban a dar el puntapié inicial.

Cuando murió, muchos miles no se alegraron y son todavía los que creen en “Don Pablo”, el hombre bueno, por más que “Popeye” haya revelado con pelos y señales los atroces crímenes que cometió en su nombre.

Por muchos años más Escobar estará en los medios y en el corazón de muchos colombianos. Eso también ocurre con varios políticos, por muy grandes que hayan sido sus crímenes como gobernantes. La historia está llena de ejemplos, especialmente en los pueblos sin memoria.