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Sábado 20 de agosto del 2016


VENEZUELA ANTE UNA NUEVA ESPERANZA

Por Hernán Maldonado

Recep Tayyip "Erdogan quedará como un niño de pecho si la oposición intenta un Golpe de Estado", vociferó el dictador Nicolás Maduro, en una descarada amenaza a los miles de venezolanos que se alistan a salir a las calles el 1 de septiembre, clamando por la realización este año del referendo revocatorio que eventualmente acabaría con su gobierno.

Erdogan, el presidente turco, develó el 15 de julio un supuesto complot que lo atornilló en el poder, tras decenas de muertos y heridos, y una cacería de los opositores que por momentos sumó 65.000 detenidos, principalmente maestros, estudiantes, militares y jueces. Los organizadores de la movilización del 1S, creen que Maduro trata de espantar sus propios miedos.

La oposición venezolana busca que antes de que expire el 2016 se realice el referendo, pero la dictadura manipula al poder judicial y al electoral para que no se produzca, consciente de que hasta en las encuestas oficialistas se da por descontada su descomunal derrota. La oposición, aglutinada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), agotó las vías regulares para lograr su objetivo y ha llamado a las calles.

En febrero del 2004 se produjeron también grandes manifestaciones callejeras, pero el régimen chavista las aplastó a sangre y fuego. Lo mismo ocurrió el 2014 cuando los estudiantes llamaron a acabar con el régimen. 43 murieron, centenares fueron heridos y 3.500 fueron detenidos.

Muchos opositores "pacifistas" que criticaron a los estudiantes por recurrir a los hechos en busca de "La Salida" del régimen (así la llamaron), ahora están entre los que convocan a "la toma de Caracas". El objetivo es reunir al menos un millón de personas en una mega concentración.

El presidente de la Asamblea Nacional (en manos opositoras desde el 6 de diciembre), Henry Ramos Allup, afirma sin ambages que el "régimen agoniza", quizás por el enorme descontento social debido a la escasez de alimentos y medicinas y ante la tozudez de Maduro de no aceptar que Venezuela sufre una crisis humanitaria, como lo denuncia hasta el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

En 11 abril del 2002 una gigantesca marcha que pretendía llegar al Palacio de Miraflores fue reprimida ferozmente. Al anochecer Hugo Chávez renunció y fue tomado preso. Torpezas de los líderes de la marcha y ambiciones militares, frustraron que la rebelión prosperara, dado que en Maracay (donde se asienta la principal base militar) el general Raúl Baduel exigió y logró que Chávez fuera repuesto. Hoy Baduel está también entre los que luchan contra el régimen.

Luego vinieron los años de la abundancia petrolera, el postizo bienestar económico, la compra de conciencias y el verbo encendido del moderno Flautista de Hamelin que les hizo creer a millones de venezolanos que el país era una potencia y él mismo, a punta de sus petrodólares, buscó el liderazgo mundial, bajo el ala de Fidel Castro, su mentor.

Todo marchaba de maravillas con el precio del crudo a un promedio de $100 el barril. Pero el caudillo que iba a gobernar "por lo menos hasta el 2030" se enfermó y murió. Lo peor fue la baja de los precios del petróleo en más de un 50% lo que afectó a las importaciones que realizaba el chavismo de hasta un 65% de los requerimientos en alimentos y medicinas.

"Con hambre no hay amor que dure", dicen los venezolanos y la extensa luna de miel del desgobierno chavista con las mayorías nacionales se acabó en diciembre cuando la oposición logró una mayoría calificada y se apoderó de la Asamblea Nacional. El régimen lo que hace es boicotearla y todas sus resoluciones son anuladas por el abyecto Tribunal Supremo de Justicia.

Pero la paciencia tiene un límite y ahora Maduro y sus compinches están obligados a fijar una fecha definitiva para el referendo el 2016. Si se produce después del 10 de enero, quien completaría el periodo sería el vicepresidente designado por Maduro. Esto no es lo que quiere un 85% de los venezolanos. Quieren otro gobierno ¡YA!

Si Ramos Allup está en lo cierto, Venezuela podría estar encaminándose a horas decisivas ante un régimen dispuesto a todo, con tal de mantenerse en el poder. Amanecerá y veremos.