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Lunes 16 de noviembre de 1998


EL "URUGUAYO CONTRABANDISTA"

Por Hernán Maldonado


MIAMI – El profesor Ploskonka vivió en los últimos 14 años en la pintoresca ciudad de Minas, Uruguay, y a todas señas es más boliviano que el chuño. Nostálgico del terruño y de la familia afincada en Mecapaca decidió emprender el camino del retorno.

Pero, por todo lo que le ha ocurrido a su entrada por Santa Cruz, el profesor piensa que quizás cometió un error. "Ahora veo, si mis padres querían estar con sus nietos, debí haberlos mandado con lo puesto, vender la casa en Minas, construirles algo en Mecapaca, y que estén allí jugando con sus nietos", dijo el profesor.

El problema que vive Ploskonka ha desatado una onda de simpatías a nivel internacional a través de la magia del Internet. Todo empezó cuando el camión que traía de vuelta a Bolivia los bártulos del profesor, en su mayor parte libros, fue frenado por un aduanero que le pidió 3,000 dólares en impuestos al estimar que se trata de contrabando.

"Si tuviera esa cantidad me habría quedado en Uruguay", aseguró Ploskonka en un grito de auxilio lanzado por el Internet. De inmediato le respondió una cadena de solidaridad aconsejándole ésto o aquello. Tampoco faltó un defensor del aduanero, ni la preocupación de otro compatriota pronto a volver al país.

Ploskonka asegura que los miles de libros son usados, la mayoría adquiridos en esa feria permanente de la Avenida Montes de La Paz. Promete demostrar que esa pequeña biblioteca servía a los escolares de Minas para que hicieran sus trabajos sobre Bolivia.

Puntualiza que el lote incluye unos 2,000 volúmenes que versan sobre Tecnologías Apropiadas, "útiles para el desarrollo rural".

Afirma que planeaba establecerse cerca de Mecapaca, "donde vive mi hermana y nos ha ofrecido algo de terreno. No tengo cómo probar mis intenciones, pero son las de cooperar con la comunidad. ¿Gratis? Hasta donde me sea posible, (porque) necesito un trabajo para sobrevivir".

El hijo del geólogo, ex profesor de la Universidad Mayor de San Andres, Estanislao Ploskonka, y de la artista plástica Yolanda Rivas de Ploskonka, jura por su honor que los libros que trae son "herramientas de trabajo" y recuerda que hace 14 años, "pese a ser extranjero" no confrontó ningún problema aduanero al entrar a Uruguay.

Sostiene que desde hace 16 días está varado en Santa Cruz pese a haber demostrado que un decreto supremo establece la gratuidad de la mudanza de un boliviano que prueba que ha estado más de dos años fuera del país. "No voy a pagar coima por una razón muy simple: no tengo dinero", insistió y en su última comunicación, este fin de semana, anunció que tendrá que ir hasta La Paz, porque "quizás allí sí, hay un rayito de luz".

Los problemas del profesor Ploskonka son cotidianos en los puestos de entrada a Bolivia, excepto donde deberían contar, como las aduanas de Charaña, el Desaguadero, Puerto Suárez, Villazón, etc, por donde diariamente entran toneladas de artículos de contrabando.

Fruto de esa negligencia es la abundancia de centros comerciales multimillonarios e informales como los que funcionan en La Paz en la Uyustos, el Miamicito o la Eloy Salmón. Sinceramente, es difícil de creer que el profesor Ploskonkas se sume con su "contrabando" a los vendedores de la Avenida Montes.

Su problema me recuerda uno personal y muy desagradable. Al llegar a La Paz un celoso aduanero pretendió que yo debía pagar 200 dólares de impuestos por una videograbadora, tan útil a mi profesión, como lo es un estetoscopio para un médico.

Tras dos horas de discusión y otras dos para esperar que llegara su superior, éste convino en dejarme con mi aparato, con la obligación de que antes de salir del país, yo debería demostrar que me lo llevaba en clara prueba de que no lo había "vendido".

Entonces puso en mi pasaporte: Nota: En la fecha ingresa al país 1 videograbadora Marca GEC en forma temporal hasta el 3/10/89. Ostentosamente firmó: Jaime M. Yañez Saavedra. Vista de Aduana. Aeropuerto El Alto La Paz.

Cuando regresé a Venezuela, en inmigración el hombre que me atendió leyó la nota en el pasaporte y no pudo disimular su risa. No me arriesgue a situaciones análogas en el futuro, inutilicé el documento con rabia contenida.