Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Martes 7 de noviembre del 2000


UN BOLIVIANO INDOBLEGABLE

Por Hernán Maldonado


Víctor Hugo Tejerina Velásquez
Cuando Víctor Hugo Tejerina Velásquez, horas antes liberado de la prisión, dobló la esquina y enfiló hacia lo que era su vivienda, vio a su pequeño Vitorio triste y sentado en la puerta de la casa. Entonces supo que su esposa Febe permanecía encarcelada por el régimen del dictador Luis García Mesa.

Era la época en que el narcotraficante ministro del Interior, Luis Arce Gómez recomendaba a los bolivianos andar "con el testamento bajo el brazo". Y niños como Vitorio, pese a la bondad de los vecinos, se obstinaban en aguardar la reaparición de sus padres lo más cerca que podían de la calle.

El resto fue una odisea por la sobrevivencia. Alguien en Naciones Unidas se enteró del vía crucis de los esposos y cuando Febe fue liberada, se reactualizó una beca que el joven abogado había ganado para cursar el doctorado en Estados Unidos, apenas unas semanas antes de su detención.

Diplomáticos de otros países también mostraron su solidaridad con los esposos y hasta la embajada de Estados Unidos le ofreció la visa correspondiente para que pudiera salir del país y gozar de su beca. Víctor Hugo lo rechazó. No iba a dejar jamás atrás a su familia

Como catedrático y abogado estuvo vinculado a organismos de Derechos Humanos. Ese era el "delito" que había cometido. A su esposa, que era secretaria del presidente de la Corte Nacional Electoral, se la detuvo y se la torturó para que declarara (eso era lo que quería el dictador) que las elecciones pasadas fueron fraudulentas.

Los esposos darían la batalla, pero la lucha por la sobrevivencia tocó fondo. La alternativa era escribir lo que pedía Arce Gómez o tomar el doloroso camino del exilio. Cuando la dictadura cerraba el cerco, apareció la generosidad del profesor y doctor Elías Boaventura, en ese entonces Rector de la Universidad Metodista de Piracicaba, Brasil.

Hasta allí había llegado ya la fama del joven abogado, catedrático de Derecho Civil en la Universidad Mayor de San Andrés. Victor Hugo se vinculó a lo que sería su Alma Mater la famosa Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo (PUC/SP). Así empezó la vida de exiliado. "Comencé allí haciendo los trabajos más modestos", recuerda.

"Antes que pensar en grados académicos, había que pensar en comer, en vivir, trabajar, aprender una nueva lengua, un nuevo Derecho. Fueron momentos muy dificiles", dice Víctor Hugo.

Cuando más o menos había logrado estabilizarse, luego que Febe se tituló también de abogado, con Vitorio enrumbado al doctorado en medicina y con Ligia en camino hacia el título de ingeniero, Víctor Hugo retomó la senda del estudio y en 1996 consiguió la maestría en Derecho Civil, con tantos honores que le fueron otorgados 25 créditos para el doctorado. Podría así seguir ganándose la vida sin la obligatoriedad de asistir a clases.

En estos últimos cuatro años, en medio de sus labores académicas con las que honra a su maestro de la UMSA Agustín Ortíz Pinto, Víctor Hugo empezó a preparar su tesis que versó sobre La Transcripción; Sistemas de Transmisión de la Propiedad Inmobiliaria. Y no sólo debió enfrascarse en los libros de Derecho Civil, sino perfeccionar su inglés, francés e italiano y traducir el alemán para versarse en el Derecho Comparado.

Finalmente, este 31 de octubre se reunió el tribunal de la famosa universidad paulista y si uno se dedicara sólo a escribir los curriculum vitae de sus cinco componentes, bien podría llenar un pequeño libro. Por ejemplo quien lo presidió es el Prof. Dr. Jose Manoel de Arruda, autor de más de 50 obras de Derecho Civil y Derecho Procesal, cuya biblioteca jurídica es más grande que la de muchas universidades latinoamericanas.

Durante 5 horas Víctor Hugo defendió su tesis en un auditorio con unas 40 personas, la mayoría jurisconsultos, abogados y aspirantes a doctores. A las 10 de la noche el tribunal dio su veredicto. El Dr. De Arruda anunció que Victor Hugo Tejerina Velásquez, había merecido la nota máxima (10), lo proclamó Doctor Suma Cum Laude y puntualizó que el tribunal recomendaba que la tesis "sea publicada lo más antes posible".

Febe y Vitorio fueron los primeros en felicitarlo. Victor Hugo finalmente alcanzaba ese doctorado que 20 años atrás pudo haberlo logrado si no se hubiera interpuesto la maldad de García Mesa y Arce Gómez.

Cuando le pregunté qué es lo que había pensado en ese momento al obtener el más alto grado académico al que un universitario puede aspirar, Victor Hugo me confesó: "En la patria lejana, en mis padres, mi mujer, mis hijos, en Ortiz Pinto".

Más después me dijo que pese a los tormentos que ha padecido en el exilio y que han prolongado hasta ahora mismo su vida de estudiante, no le guarda rencor a nadie. "Tengo para mi patria un amor enorme. Oro porque tenga la bendición de Dios, la oportunidad de construir su futuro y para que desaparezca toda miseria de la condición humana", dijo.





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