Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 14 de octubre del 2007


LAS PESIMAS SEGUNDAS PARTES

Por Hernán Maldonado

Nunca las segundas partes han sido buenas, según el viejo dicho, y hay algunas que son peores. Una de ellas es la propuesta del presidente Evo Morales de que la ONU cambie su sede. Resulta que este pedido ya fue hecho el 15 de septiembre del 2005 en la Asamblea General por Hugo Chávez Frías y nadie le hizo caso.

El petrodictador fue un poco más claro porque planteó que la sede debía estar en "algún país del sur", quizás Venezuela ese "oasis de paz" por obra suya. Chávez sostuvo que EEUU no merece la sede por incumplir mandatos de la ONU, como el haber invadido Irak sin que nunca se haya comprobado que éste país poseía armas de destrucción masiva.

Chávez ni Morales están solos en su planteamiento. Millones de contribuyentes estadounidenses serían felices de que la ONU dejara Nueva York porque sus dólares podrían tener mejor uso que el ir a parar a una docena de oficinas encargadas de la seguridad de miles de delegados, además de otros ingentes gastos que no solventa el organismo mundial porque hay decenas de países que no pagan sus contribuciones anuales.

Lo dicho por Morales en la ONU sirvió para que el embajador estadounidense en Bolivia, Phillip Goldberg, hiciera un mal chiste al sugerir que Morales también debía pedir el cambio de sede de Disneyworld. Sin duda fue una torpeza que hizo que el régimen despotrique contra la "soberbia del imperio". Así que Goldberg, según advirtió Morales, deberá pedir perdón si quiere volver a pisar el Palacio Quemado.

Esto tampoco es original. Ocurrió varias veces en Caracas como cuando el embajador William Brownfield en una fiesta particular invitó a los más renombrados imitadores, bromistas e impersonadores quienes se burlaron de de Chávez. Tras las protestas oficiales, el embajador (actualmente en Colombia) cambió sus tácticas contra quien un día si y otro también ataca a Estados Unidos abiertamente, al punto de llamar a George W. Bush "pe...jo, borracho, genocida, asesino", etc. Por ejemplo, el mismo día que Chávez obsequiaba petróleo para calefacción a los vecinos del Bronx newyorkino, Brownfield se fue a barrios pobres de Caracas para regalar uniformes y pelotas de béisbol a los niños.

Pero ¿será que los bolivianos tenemos mala suerte con los embajadores gringos? Todavía se recuerda al entrometido de Manuel Rocha que en una manifestación en el Chapare pidió no votar por Evo Morales y la gente hizo todo lo contrario catapultando al plano nacional al que sólo era un osado y astuto diputado cocalero.

Ni qué decir de Donna Rinack, la embajadora que sin que le quede nada por dentro nos acusó públicamente a los bolivianos de no tener esos atributos que todos los hombres tenemos debajo el cinturon. Ella usó una sola palabra.

Morales tampoco es original en anunciar la expulsión de agentes de la DEA y de asesores militares estadounidenses. Chávez ya lo hizo acusándolos de injerencia en sus asuntos internos y hasta de complotar. Tal celo nacionalista no alcanza a los 32.000 cubanos que como médicos, agentes y milicianos operan en su país. En menor escala ya ocurre lo mismo en Bolivia ¿o no?

Y tampoco es nuevo ese afán de culpar a EEUU de todos los males para aglutinar a la ciudadanía en torno al gobierno de turno. Ocurre en Cuba desde hace 48 años y Fidel Castro aún manda allí. Ocurre en Venezuela desde 1999 y Chávez aspira a quedarse indefinidamente. En Bolivia el inquilino del Palacio Quemado quiere también la reelección. ¡Claro!... para (entre otras cosas) seguir combatiendo al imperialismo y sus embajadores. Faltaba más.





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