Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 9 de noviembre del 2003


EN EL NOMBRE DE LA REVOLUCION

Por Hernán Maldonado

La consigna era sencilla y se cumplía: "Ante la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria". Los periodistas nos complacíamos de que así fuera, para furia de los mandones de turno.

Eran los años finales de la década del 60. A los comunicados de diverso matiz del gobierno, le seguían una hojitas mimeografiadas que clandestinamente recibíamos en las redacciones.

Por eso, con lujo de detalles, nos enteramos cómo se produjo el ajusticiamiento de Honorato Rojas o de la muerte de Guido "Inti" Peredo, lugarteniente del "Che" Guevara, y desechamos la versión del coronel Toto Quintanilla.

Pero ahora los "modernos revolucionarios" apelan a la mentira, la distorsión de los hechos, el engaño y la trampa, a pesar de autocalificarse de "seguidores del Che" o admiradores de la "revolución cubana".

Ocurre en Bolivia, según lo palpamos en los luctuosos sucesos de octubre cuando se aleccionaba a las masas diciendo que "ya el gobierno ha vendido el gas a Chile", o en Venezuela donde una caterva de canallas disfrazados de revolucionarios miente descaradamente todos los días.

En lo único que no mienten es en que Venezuela hay una gigantesca conspiración en marcha para derrocar al presidente Hugo Chávez. Esa conspiración es abierta y embozada. La primera busca sacarlo del poder por la vía pacífica, la segunda mediante un golpe.

Desesperado por aferrarse al poder, Chávez inventa todos los días mentira tras mentira. Cuando la huelga obrero-empresarial de dos meses, se ufanaba en proclamar que en el país no había ningún paro. Y ahora le echa la culpa a ese paro de la desocupación de dos millones de venezolanos.

Chávez echa pestes contra las transnacionales, la globalización y el libre mercado, pero no tiene ningún empacho en entregar por 7.500 millones de dólares a esas multinacionales la exploración y eventual explotación de las reservas gasíferas del Delta del Orinoco.

Se declara enemigo número uno del Area del Libre Comercio de las Américas (ALCA), pero mantiene 15.000 expendios de gasolina venezolana en Estados Unidos a través de la multinacional CIPGO.

Despotrica contra el infame bloqueo de Estados Unidos a Cuba, pero no le tiembla el pulso para decretar el embargo petrolero de República Dominicana, acusando al gobierno de Hipólito Mejía de proteger al "conspirador" Carlos Andrés Pérez, quien dicho sea de paso, reposa a sus 82 años en un hospital neoyorquino más muerto que vivo.

Chávez, el campeón de la "democracia participativa", escoge a dedo a los candidatos de su gobierno para gobernadores y alcaldes y los nombra en medio de sus discursos en la plaza pública sin siquiera haberles consultado su opinión.

Y en el nombre de la revolución dispone de los dineros públicos a diestra y siniestra para comprar conciencias, apoyos, respaldos y seguridades que han disparado a las nubes los índices de corrupción oficial, según el reciente informe de Transparencia Internacional.

El semanario Quinto Día, en su número del 7 al 14 de noviembre, reproduce la danza de millones en manos de los militares influyentes del régimen y las acusaciones que se hacen públicamente entre ellos de malversaciones estratosféricas.

Y aún así, estos "generales fieles" al primer revolucionario del país, son desarmados hasta de sus cortauñas cuando se le acercan a 10 metros de distancia.

Pero según Chávez, en Venezuela no pasa nada. Hay tranquilidad. Todo es un vaso de leche en la "revolución bonita".

Parece que tanta es la paz y la prosperidad en Venezuela que el viernes pasado, en un nuevo acto de los círculos chavistas, prometió quedarse en el poder hasta el 2021. El único consuelo es que esto hay que inscribirlo en la "verdad revolucionaria" de estos días.





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