El camarada Remo Di Natale




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Domingo 7 de marzo del 2010


EL CAMARADA REMO

Por Hernán Maldonado

Empezamos a distanciarnos por algo que siempre consideré una tonteria. Fue a mediados de los 60. "No me gustó lo que hiciste", me dijo. ¿Pero que más podia hacer?, le pregunté. "Podías haber hecho mucho más, camaradita", replicó con una sonrisa que tenía mucho de reproche.

Remo Di Natale, fundador y jefe del Partido Demócrata Cristiano, había regresado de una gira por Alemania e Italia y convocó a una rueda de prensa. En realidad su viaje tuvo características más académicas que políticas. Yo era entonces el encargado de redactar el informativo de las 9 de la noche en Radio Fides.

En ese entonces en la emisora no acompañábamos las noticias con audio, de manera que a lo dicho por Di Natale sólo le dediqué unos dos o tres párrafos. Eso es lo que no le gustó.

Nuestras relaciones languidecieron aún más cuando se produjo la división del PDC por la salida del grueso de su juventud en la que yo no tomé ningún partido, empeñado como estaba en preparar mis exámenes de licenciatura y grado en la UMSA. El "camaradita Maldonado", como me llamaba, no fue convocado nunca más a las reuniones de la cúpula, ni siquiera en su condición de secretario juvenil de La Paz.

Volvimos a encontrarnos en Venezuela. El era catedrático de la Universidad de Carabobo y yo corresponsal de la United Press International. Quizás para mediados de los 70 ya se habia convencido de que yo no fui uno de los que "dividió al PDC" y con entusiasmo nos unimos a la causa de Jaime Castillo Velasco, el fundador del PDC de Chile, exiliado en Caracas.

Castillo Velasco, un político de primer nivel y una amplia cultura, luchaba por regresar a Chile tras ser expulsado por la dictadura de Augusto Pinochet. Le colaboramos en la logística de su huelga de hambre por "el derecho a vivir en mi país" que realizó en su modesto apartamento caraqueño.

Di Natale, según entendía yo, vivía alejado de la realidad política boliviana inmerso en sus actividades académicas. En una de nuestras conversaciones le comenté la brutalidad de la dictadura banzerista a raiz de un asalto de radio Pio XII en Siglo XX. Su comentario me dejó enmudecido: "En las minas hay miles de comunistas a los que están instruyendo cientos de agentes soviéticos".

Castillo Velasco terminó su huelga de hambre cuando por canales diplomáticos se le informó que Pinochet permitiría su regreso con bajo perfil. Di Natale volvió a Valencia, la sede de la UC, y no lo volví a ver nunca más.

Lejanos quedaron los días en que compartíamos con Remo largas horas con discusiones de cómo oponernos a la "dictadura" del general René Barrientos, aunque un buen día amanecimos como aliados suyos a cambio del Ministerio de Trabajo y la Caja Nacional de Seguridad Social y los jóvenes que luchábamos en la calle contra la "bota militar", quedamos colgados de la brocha.

La semana pasada, por una escueta información del diario Opinión de Cochabamba, supe de su fallecimiento. Hace un mes, aunque equivocadamente, un columnista de El Día de Santa Cruz ya le había rendido homenaje póstumo. Como todo político, Remo tuvo sus errores, pero fue un buen amigo, amante de la democracia, un catedrático ejemplar. Un gran boliviano. ¡Descansa en paz camarada Remo!