Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 17 de agosto del 2008


UN PUEBLO "FELIZ"

Por Hernán Maldonado

Nunca las segundas partes son buenas, dice un viejo refrán, pero en Bolivia, donde se asegura que lo posible es imposible y lo imposible es posible, se acaba de repetir lo que es común en Venezuela. El pueblo está "feliz" con sus gobernantes, según los resultados electorales.

"Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo" es el grito de combate de las huestes del petrodictador venezolano. Les importa un rábano el futuro del país, la dilapidación de recursos. Les basta que el régimen les tire unas monedas para la arepita y la cervecita a través de 14 misiones tipo "Juancito Pinto" boliviano.

En los 40 años de democracia venezolana las cosas no eran diferentes, pero ahora se ha institucionalizado la dádiva. Qué importa que no haya escuelas, que los hospitales colapsen, que las carreteras se pudran, que vuelvan enfermedades que estaban erradicadas, como la fiebre amarilla y la tuberculosis, o que mueran asesinadas por el hampa 65 personas cada fin de semana.

No importa que el petrodictador reparta el dinero de los venezolanos para construir casas en Cuba, Perú, Nicaragua, Ecuador mientras en su país proliferan los ranchos y las villas miserias alrededor de las grandes urbes. Nadie parece preguntarse dónde están los 750.000 millones de dólares que recibió en la década por el alza de los precios petroleros.

Evo Morales acaba de ser ratificado en un referendo que debía considerar como una derrota porque no resuelve nada sino que agrava la crisis política. Lo ratificaron porque el país aparentemente está "feliz" con unas autonomias inconstitucionales, con el aumento de los precios de los artículos de primera necesidad, con el acoso al empresariado, la inseguridad jurídica, la oclocracia mandante.

Seguramente es motivo de orgullo tener un presidente indígena que no habla ninguno de los idiomas nativos, que ahuyenta la inversión extranjera, o que desde una oficina aledaña a la suya aliente el terrorismo comprometiendo en actos delincuenciales a las mismas Fuerzas Armadas.

No cabe duda que es motivo de contento haber abandonado la dependencia del imperio para caer en manos del petroimperio. La mayoría del país cree, pues, en que ahora somos soberanos. Parece que nos llenamos de orgullo al haber estropeado nuestros vínculos con Perú, o de mostrarle a nuestros muchachos que no hay que quemarse las pestañas, basta ser dirigente sindical para llegar a lo más alto.

Obviamente el pueblo está "feliz" porque el presidente admite impunemente que viola la ley. No cabe duda que los bloqueos son festejados por sus víctimas obligadas a dormir a la vera de los caminos. Y, claro, el terreno está servido para que el régimen busque aprobar la inconstitucional Carta Magna de la Glorieta. ¿Apostamos?

Morales, otrora enemigo de los gastos reservados, ahora maneja dineros venezolanos distribuyéndolos al voleo. ¡Felicidad popular! Qué importa la masacre de Huanuni ni los muertos que carga el régimen o los que asoman en el horizonte. Bolivia está partida en dos ¡Viva Bolivia! A beber y bailar hasta romper las abarcas, con cualquier pretexto.

A la descarada OEA le pareció sólo un "problema cultural" el que en el campo los sindicatos hayan decidido cómo votar. Por eso es que en las provincias hay mesas con el 100 por ciento de votos para Morales.

Una lástima que tenga pies de barro la "generalizada felicidad", aceitada con los petrodólares y una colosal propaganda goebbeliana. Amanecerá y veremos.





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