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Miércoles 16 de septiembre de 1998


PINOCHET NO DEBERIA QUITARNOS EL SUEÑO

Por Hernán Maldonado


Miami – Los chilenos, cada vez en grupos más minoritarios, acaban de festejar o condenar – según la acera en que se encuentren - los 25 años del golpe de estado que encumbró en el poder al general Augusto Pinochet.

Las elites políticas de izquierda, centro y derecha, dieron una sólida muestra de la madurez de su actual proceso democrático al condenar conjunta y unánimemente los actos vandálicos que enmarcaron la jornada.

Y es que hasta hace poco, el 11 de septiembre era de alborozo y regocijo para la derecha y de amarga recordación para los izquierdistas. A partir de este año, y en el marco de lo que se percibe y vive el país, la fecha es de la convocatoria a la unidad.

Es decir, ni vencidos ni vencedores.

Quizás esto mismo deseó Salvador Allende cuando en sus horas finales avizoró un futuro en el que se abrirían las anchas alamedas para el paso del hombre nuevo; el del diálogo y la concertación, no el de la brutalidad, de la violencia.

Los políticos chilenos que partieron en 1973 al exilio y con los que me tocó alternar en Venezuela, jamás se preparaban para recuperar algún día el poder por la vía de las armas.

Su fe en la democracia bastaba. Sabían que el pueblo chileno, más temprano que tarde, obligaría a los militares a retirarse a sus cuarteles. Y así ocurrió.

Y cuando ocurrió, fallaron quienes pensaban que los derechistas pagarían factura. Es más, desde entonces, todas las encuestas demuestran que un sector considerable del pueblo chileno ve con simpatía al ex dictador.

Tan es así, que nadie pudo quitarle del puesto de jefe del ejército que se autoimpuso antes de dejar el gobierno, ni ha sido posible abrogar la ley con la que se autoeligió senador vitalicio.

Por todo esto, resulta incomprensible a veces que en Bolivia cierto sector de la prensa aparezca más antipinochetista que los propios chilenos.

Si uno revisa la prensa nacional de los últimos meses, comprobará que varios de nuestros más renombrados articulistas quisieran ver a Pinochet en la cárcel de Chonchocoro en igual condición que el ex general Luis García Meza.

Cuando la discusión sobre si el senado chileno aceptaba o no a Pinochet como su nuevo miembro, torrentes de tinta se gastaron en Bolivia para impugnar su incorporación, con más apasionamiento que los propios chilenos.

Y la exageración me parecía más ridícula, teniendo en cuenta que muchos de los opinantes lucharon en los mismos años contra la dictadura del coronel Hugo Banzer Suárez y sin embargo hoy son sus más estrechos colaboradores, a pesar de "los ríos de sangre" de por medio, como una vez dijo Jaime Paz Zamora, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria.

Claro, el general Banzer no es el dictador de los 70. Ahora es el mandatario ungido por el voto popular. Es el presidente constitucional de Bolivia y el apoyo que le dan sus enemigos de ayer es también una muestra de la madurez de nuestra democracia.

Quizás por esto es mejor ocuparnos de nuestros asuntos y olvidarnos de pedir que los chilenos sienten a Pinochet en el banquillo de los acusados.