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La mediterraneidad mentalPor Rafael Fonnegra Gerlein
La historia hace referencia permanente a la pérdida del Litoral boliviano hasta tal punto que se convierte en algo vivo que nadie discute y quien se atreva siquiera a observar algún detalle puede ser manchado como apátrida y traidor. Sorprende el patriótico arraigo que se tiene hacia el valioso Litoral, que le fue enajenado con ese ataque alevoso y cobarde del triste año 1879, que convirtió a Bolivia en un país mediterráneo. La pérdida del Litoral ha causado un desastroso retraso en el desarrollo económico y social nacional. Pero los urpadores son culpables de este retraso en un 10% y el resto ha sido cosa nuestra. Se nos cayó un pedazo de la casa, y por ese motivo nos invadió la ira, la tristeza y el desánimo general a tal grado que dejamos caer la casa también. Desde la pérdida del mar se ha encontrado aparentemente a qué o a quién culpar de nuestras desgracias, de que las cosas a veces salen mal, de que el país no avanza como tantos otros, de que no hay un buen crecimiento, etc. Aparentemente hay una fuente de los males, un mal supremo que nos libera de culpa y responsabilidad y justifica nuestros errores; y creemos que al recuperar el mar todos nuestros males se acabarán y Bolivia será desde ese mismo día rica, justa y poderosa. Nada más lejano de la verdad y de la realidad. Llegó el momento de preguntarnos ¿hasta cuándo vamos a seguir sentados esperando el gran suceso mágico? La esperanza nunca se pierde, sigamos luchando diplomáticamente, sigamos esperando, pero de pie, ocupándonos de nuestro país, hoy y como está. Y llegó también el momento más importante: el momento de cambiar la percepción de la realidad a nosotros mismos y a nuestros hijos. No podemos seguir criándolos y educándolos como hasta ahora, inculcándoles desde la infancia que somos y que son víctimas, pero que van a dejar de serlo cuando recuperemos el mar. Con esta mentalidad absurda sólo hemos formado varias generaciones de frustrados, conformes con lo poco que tienen, sin anhelos ni ambiciones. Esa actitud hace más daño al país que la pérdida del Litoral. Y en esa actitud es donde radica el atraso y la pobreza de Bolivia y no en que no se tiene mar. A los niños se les dice desde el kinder que crezcan sanos y fuertes para recuperar el mar, ya que sólo a partir de ese momento seremos libres y dignos y podremos progresar. Y se han sentado varias generaciones a esperar ese momento para poder ser libres y poder progresar. Han pasado meses, años, lustros, décadas y hasta más de un siglo... y no se recupera el mar... Seguimos esperando, y lo que hacemos es para sobrevivir y pasar el rato mientras esperamos. No hay iniciativas, ni ambiciones ni aspiraciones. Sin la menor duda el patriotismo debe vivir entre nuestros corazones, y el amor y la lealtad por la Patria debe estar por lo alto, pero sin perder la conciencia, sin caer en fanatismos. No se debe cambiar la escala de los valores. Es un derecho y una obligación patriótica nunca declinar en relación con la recuperación del mar, pero no podemos seguir envenenando a las generaciones emergentes con el odio, la frustración y el complejo de víctimas, como se ha venido haciendo desde hace ciento veinte años. Bolivia tiene todas las riquezas juntas que cualquier país envidiaría, es una nación petrolera, minera, agropecuaria, con creciente industrialización, atractiva para el turismo mundial, con fértiles suelos y abundantes aguas, y como si fuera poco, es un país decididamente apoyado por los grandes, como Alemania, Holanda, Japón, Estados Unidos, etc. Además somos suficientes; siete millones de habitantes. ¿Qué es lo que falta? Sólo una cosa: Salir de la mediterraneidad mental y nunca inculcarla a alguien más. En la psicología empresarial de punta que se impuso y se maneja a nivel mundial se hace permanente énfasis en la AMP, que simplemente es Actitud Mental Positiva. En los países europeos, en América del Norte (EE.UU. y Canadá) y en varios países asiáticos se inculca la AMP casi desde la cuna, y a los niños se les muestra un país grande y seguro, y se les enseña que deben estudiar y trabajar mucho para que su Patria sea más grande y rica y para que puedan vivir bien. Se les dice que son afortunados de haber nacido en su nación, y que ésta espera mucho de ellos, y que su aporte será bien recompensado con bienestar y justicia. No se les presenta un país débil, abusado y víctima, ni se les envenena con el odio y la rabia, ni se les da la oportunidad de culpar a algún hecho o circunstancia si las cosas fracasan o salen mal; todo es su absoluta responsabilidad. Tampoco se les supedita la felicidad a un gran suceso que está por venir y nunca llegó; no tienen que sentarse a esperar algo.Nada de nada. No se les frustra y no se les transfiere una actitud mental negativa. Sólo tienen que estudiar y trabajar con compromiso y mística. Así hay que educar a los párvulos y jóvenes bolivianos de hoy, en la casa, en las escuelas y colegios del campo y de la ciudad, en el Ejército. Unicamente eso hará que este gran país se dirija al desarrollo a mediano y largo plazo. No se exigirá a los niños que crezcan fuertes y sanos para ir con escopetas a recuperar el mar, sino para estudiar y trabajar para engrandecer cada día más la Patria que los ama y los necesita. Se les presentará la historia tal como es, y se les enseñará que nunca deben renunciar al Litoral boliviano arrebatado, pero que eso no sea motivo de tristeza y desánimo vitalicio, sino por el contrario, siendo una menos de las tantas riquezas de nuestro país, que entonces sea motivo de empeño y decisión, para incrementar esfuerzos y trazar altas metas, fortaleciendo colectivamente la Actitud Mental Positiva para hacer de esta nación, tal como está hoy su geografía, un país más pujante, rico, justo y poderoso. No se puede seguir mendigando la devolución del mar; se tiene que exigir con una voz fuerte y pesada, y sólo un país fuerte la tiene. Si Bolivia pesara se tomaría con seriedad y respeto sus reclamos, y no con compasión y pena como hasta ahora. Todos los países del mundo parecen dar la razón Bolivia, pero ninguno la apoya, y no importa si quedan mal pues con Bolivia no pierden nada; en cambio sonríen a Chile porque presenta mejores posibilidades. Hay que obligar a otros países a respaldarnos, pero no por pena, tampoco por un sentimiento de justicia y solidaridad que no existe. El mundo se mueve por la economía, y los verdaderos aliados son los que tienen qué perder; los que obtienen un beneficio económico de esa alianza. Fortalezcamos el país, y eso sólo se logra con estudio, trabajo y una sólida y masiva Actitud Mental Positiva. Así corregiremos el 90 por ciento que nos concierne. |
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