LAS NACIONALIZACIONES DESTRUCTORAS




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Domingo 26 de julio del 2009


LAS NACIONALIZACIONES DESTRUCTORAS

Por Hernán Maldonado

Hay quienes piensan que la Venezuela de estos días se parece a un cuero seco. Se le pisa en un lugar y se levanta en otro. Mientras Hugo Chávez está resolviendo los problemas de Honduras y el resto del mundo, su barca hace aguas por todos lados. Quizás lo único que le alienta es que el petróleo vuelve a subir. Frescos petrodólares pueden darle nuevo aire.

Lo más grave ocurre en el sector petrolero donde el mandamás Rafael Ramírez exige que los sindicatos elijan a dirigentes chavistas. Amenaza con no sentarse a discutir el próximo contrato colectivo, que ampara a 80.000 trabajadores, con enemigos del régimen.

La industria, que era la cuarta más importante del mundo, está descuidada. No hay inversiones, ni existe una política integral de nuevas exploraciones, perforaciones y explotación de pozos. De una producción de 3.5 millones de barriles diarios, actualmente apenas llega a 2,5 b/d, según estimaciones de la OPEP.

Refinerias importantes están desde hace meses en refacciones, tras una serie de graves accidentes laborales. La principal potencia petrolífera sudamericana, donde la gasolina cuesta menos que el agua embotellada, importa el combustible desde Colombia.

La estatal PDVSA ahora, más que a sus funciones específicas, se dedica a la importación y distribución de alimentos en mercados populares donde los venden por debajo de su costo, sólo con fines electoralistas y demagógicos del caudillo.

Los sindicatos petroleros en varias regiones de Venezuela, especialmente en los estados del Zulia y Monagas, protestan porque se les incumplen en los pagos, los bonos y ahora porque se les exige que elijan a dirigentes chavistas. El malestar es general. Ya no basta el verbo del presidente-parlanchín para convencerlos de que, como pueblo, son "dueños del petróleo".

Las cosas están peor en Guayana, la rica zona minera venezolana. Miles de obreros denuncian que el régimen se gastó sus depósitos de retiro, que incumple el contrato laboral y, lo que es peor, que ha desatendido las industrial del hierro y el aluminio. Las exportaciones no petroleras de la zona alcanzaron el primer trimestre del 2008 un total de 1.423 millones de dólares. En similar periodo de este año sólo fueron 417 millones, una baja de un 71 por ciento.

El general Alberto Muller Rojas, vicepresidente del PSUV, el partido chavista, afirma que los trabajadores no deben hacer huelgas porque "las industrias básicas del país son ahora del pueblo, de ustedes mismos". Difícil creerle porque mientras el sueldo básico de un obrero llega a poco menos de 500 dólares mensuales (al cambio oficial, ya que en el paralelo, que es el que verdaderamente cuenta, sería sólo 135), el superministro Ramírez gana cada mes más de 28.000 dólares.

Lo que ocurre en las industrias básicas, se repite en otras industrias nacionalizadas por Chávez en su campaña contra las transnacionales y el capitalismo. Las pérdidas en la electricidad, la telefónica son también milmillonarias, quizás respaldadas en la opinión de Chávez de que "en el socialismo la ganancia no es lo importante".

Parece que la vida tampoco. La semana pasada se informó oficialmente que en los primeros cinco meses del año murieron alrededor de 5.000 venezolanos por la inseguridad reinante. En 10 años Chávez tiene ya una cuenta de 150.000. ¿Habrá todavía en Venezuela alguien que en su sano juicio grite: "Vivan las nacionalizaciones"?