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Miércoles 15 de diciembre de 1999


LA EMBAJADA EN MEXICO (4ta. parte)

Por Hernán Maldonado


Miami - Una de las pocas frases felices del presidente Hugo Bánzer Suárez en su actual gestión fue aquella de que "nadie escoge a sus parientes", cuando una de sus sobrinas resultó ser la esposa del pinchador de teléfonos Marco Marino Diodato, actualmente en la cárcel de Palmasola en Santa Cruz.

Si bien esa frase tiene una contundencia irrefutable, la otra cara de la moneda es que en lo menos que se incurre es en nepotismo cuando uno "escoge a sus parientes" para desempeñar funciones públicas, por muy incapaces que sean, y se convierte en encubridor cuando esos parientes lucran allí ilícitamente.

Estos días en La Paz, el prefecto Alberto "Chito" Valle, yerno de Bánzer, se ampara en su condición de esposo de la primera hija del país para escabullirle el cuerpo a un informe de la Contraloría que plantea su juzgamiento por las serias irregularidades en la venta de chatarra prefectural.

Unos 5,500 kilómetros más al noroeste, en México, la consuegra de Chito Valle, como Agregada Civil de la embajada boliviana, cree honrar a Bolivia proclamando su parentesco con el general para hacer lo que le parece a ella bien, a un costo altísimo para la imagen del país.

Clemencia Pereyra González, "realeza gobernante y consuegra de Chito Valle" (así es como le gusta pavonearse por las oficinas), sin más atributos que sus vínculos con la casa presidencial, funge también como la encargada de Asuntos Culturales. Desde que llegó al cargo en mayo de este año, con un item que le fue creado exclusivamente por la cancillería de La Paz, empezó a pisar fuerte.

Ordenó que se tramitara en su favor la importación desde Francia de un "container" repleto de muebles finos. Si el importar exageradamente autos de lujo por parte de la embajada ya es una afrenta a México, el asunto de los muebles fue la gota que rebasó el vaso. La cancillería mexicana informó a la embajada que no autorizaría la exención de impuestos a esa importación.

Pero la Agregada ciertamente parece no estar dispuesta a quedarse con las manos vacias.

Recientemente viajó a México un grupo de pintores bolivianos con la esperanza no sólo de exponer su arte en esa meca de la cultura latinoamericana, sino de sacar algún provecho que cubriera por lo menos parcialmente sus esfuerzos.

Los artistas, entre ellos Darío Antezana, Carmen Torres, Mamani Mamani, etc, buscaron la ayuda de Pereyra González.... Todavía están arrepintiéndose.

Cuando los artistas dijeron que sus cuadros los cotizarían en 400 dólares, nuestra encargada de Asuntos Culturales, dijo que había que venderlos en el doble. Los artistas creyeron encontrarse ante una experta en pintura. Se equivocaron. Lo que la señora Pereyra González buscaba era venderlos en 800, para quedarse con una comisión de 400.

El resultado fue que ninguno de los cuadros se vendió. Pero la cosa no se quedó allí. Cuando hubo que devolverlos a sus desconsolados dueños, resultó que, de los 20, faltaba uno. Y todavía no aparece. El pintor perjudicado ha echado el grito al cielo y la embajada ha prometido pagarle.

Mientras estos "negocitos" están a la orden del día, los intereses bolivianos en el campo cultural en México están completamente descuidados.

Por ejemplo nunca se explicó porqué quedamos tan mal al cancelar otra exposición colectiva de artistas plasticos bolivianos que suspendieron su viaje a México dos horas antes de tomar el avión. El evento, para el que ya se habían distribuido las invitaciones, estaba patrocinado por la UNICEF y la Galeria 10/10, una de las más prestigiosas de México.

No hace ni un mes que con gran fanfarria empresarios aztecas organizaron un gran festival de la "Cumbia Andina" en uno de los pueblos aledaños a la capital. 15,000 asistentes pagaron un promedio de 20 dólares por entrada para bailar desde las 3 de la tarde hasta las 11 de la noche al ritmo de 20 conjuntos de diverso tipo.

Durante ocho horas las parejas disfrutaron sin descanso de la Cumbia Andina que no es otra cosa que las sayas, morenadas, chuntunquis, tonadas bolivianas, de autores bolivianos, que actualmente están causando furor en México y cuyas regalías económicas no llegan ni en migajas a nuestros artistas.

Claro, otros son los negocios en los que están interesados nuestros "embajadores". Lamentablemente.

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Aunque quedan muchos hechos aún en el tintero, termino (por ahora) esta serie de cuatro artículos sobre lo que ocurre en nuestra embajada en México, sin dejar de puntualizar mi admiración y profundo reconocimiento a los compatriotas que a pesar de las amenazas de represalias, de las llamadas anónimas intimidatorias, etc. no vacilaron en mantenerme informado y documentado. Su preocupación porque Bolivia sea dignamente representada en el exterior es la mia.