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Miércoles 1ro. de diciembre de 1999


LA EMBAJADA EN MEXICO (2da. parte)

Por Hernán Maldonado


Miami - La primera vez que escuché el nombre de Jorge Agreda fue en Caracas a comienzos de los años 70 y me lo imaginaba un hombre con un coraje a toda prueba por la fe que en él ponía Benjamín Miguel Harb, por entonces el líder en el exilio del Partido Demócrata Cristiano.

Con el empeño de un castor, Miguel dactilografiaba pronunciamientos del PDC contra el gobierno al que etiquetaba como del "enano siniestro", buscaba a alguien que viajara Bolivia y los enviaba para ser policopiados y distribuidos en el país.

"Agreda y Vicente Mendoza Nava en La Paz, José Bustamante en Cochabamba, Hans Dellien en Trinidad y Santa Cruz, Mullisaca y Eguivar en El Alto, todos van a distribuirlos. Hay que movilizar a los dirigentes que han quedado", decía entusiasta Miguel. Su fe en el pronto derrocamiento de la dictadura del general Hugo Bánzer era contagiante.

Pero ni el gobierno se tambaleaba ni Benjamín Miguel recibia jamás respuestas de sus camaradas a sus esfuerzos. No había ningún indicio de que los panfletos llegaran a la ciudadanía.

En su baluarte del Instituto de Formación Estudiantil Demócrata Cristiana (IFEDEC) en el barrio de Los Chorros, en Caracas, Miguel esperaba vanamente correspondencia. Más de una vez lo vi abatido hasta las lágrimas.

Quizás Miguel confiaba demasiado en sus camaradas o no había la valentia que suponía. No olvidemos que en esas épocas era común el chiste aquél de atribuir a los médicos bolivianos la práctica de la cirugía de amigdalitis por vía rectal dado que nadie se atrevía a abrir la boca...

Sea lo que sea, olvidados los rencores, los agravios y con la misma filosofía de los miristas que pasaron por encima de rios de sangre para abrazarse con sus verdugos con el objeto de llegar al poder, el PDC atravesó también los mismos puentes.

En las elecciones de hace dos años resolvió apoyar la candidatura del ex "enano siniestro" y cuando se cosechó la victoria, Miguel y los suyos cogieron sólo las migajas que caían del banquete que se sirvió a si misma la "pegacoalición".

El PDC había calculado la "captura" de por lo menos un ministerio, pero no agarró nada y a la manera de magro consuelo debió conformarse con el nombramiento de uno de sus militantes como embajador de Bolivia en México.

Y como Agreda es un "diplomático" sacado de la galera (como la mayoría de nuestros representantes en el exterior) actuó de tumbo en tumbo en el cargo. El que Bánzer sufriera hace algunos meses el desprecio del regente de México, Cuathemoc Cárdenas, no es sino una muestra de la incapacidad con que se manejó todo el asunto.

El improvisado embajador apenas se hizo cargo de la oficina cayó, como sus antecesores, en las redes de la supersecretaria Eulalia Fernández (actualmente Euly García) con el negocio de la exención de impuestos para autos diplomáticos.

Agreda, después, no tuvo coraje para nada más que hacer y decir lo que la señora Fernández decía o hacía, al extremo de acudir a recepciones o actos protocolares en fecha anterior a la prevista o cuando esos actos ya pasaron. Todo un bochorno a nombre del país.

Y por si fuera poco, en un mensaje confidencial a la cancillería de La Paz, la embajada en México pormenoriza los actos sociales y culturales que el embajador boliviano "realzó" con su presencia, cuando en realidad Agreda ni siquiera asomó la nariz.

¿Por qué Agreda no pudo poner orden en esa embajada? Por la sencilla razón de que en esa oficina la "verdadera embajadora" es la señora Fernández (García). En la nota de la semana pasada ya me referí a ella y me había propuesto no volver a mencionarla, pero me acordé de su participación en el escándalo que involucró al chofer de la embajada, don Agustín Zamorano.

A ese caso me referiré la próxima semana.


No quiero terminar esta nota sin mencionar dos cosas. La primera una aclaratoria; aunque Agreda virtualmente ha sido "renunciado", todavía acude a sus oficinas, no sólo por no haber sido designado su reemplazante, sino por un complicado mecanismo protocolar mexicano.

La segunda se refiere a una preocupación. A raíz del articulo anterior, varios bolivianos residentes en México han recibido llamadas telefónicas anónimas con graves amenazas, atribuyéndoles ser las fuentes de estas denuncias.

A algunos de ellos les han dicho que podrían verse en problemas con los "judiciales". Me preocupan esas llamadas y todos debemos estar alertas para que a ningún compatriota le ocurra un súbito accidente de tránsito o sea víctima de un atraco atribuido al hampa común, al más puro estilo de los miembros corruptos de la policía mexicana.