Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 3 de octubre del 2004


MESA BRILLA EN MIAMI

Por Hernán Maldonado

El presidente Carlos Mesa fue bien recibido en Miami. Pronunció un discurso articulado, sobrio, puntual. No perdió la calma ante una provocación y entre cientos de asistentes a la Conferencia de las Américas dejó sembrada la idea de que se puede apostar por Bolivia.

Me hubiera gustado entrevistarlo, pero ni intenté acercarme a él porque el Servicio Secreto estadounidense lo tenía virtualmente secuestrado debido a la paranoia en este país contra el terrorismo.

Mi principal curiosidad era comprobar su trato. Me reuní con él en La Paz cuando era el "anchorman" de P.A.T. y quería saber si las cosas han cambiado ahora que es presidente.

Curiosidad periodística, nomás. Porque en mis 49 años en el periodismo me ha ocurrido siempre, con las dignas excepciones del presidente Hernán Siles Zuazo y el coronel Manuel Cardenas, ex ministro de Defensa, que los conocidos de ayer me desconocieron una vez encumbrados en el poder.

Nunca olvidaré, en este sentido, a don Walter Guevara Arce. En sus años de exiliado en Caracas, por meses solíamos reunirnos todos los lunes en su apartamento de Altamira para ponernos al día de la situación política en el país. Cuando ya era presidente, me acerqué un día para saludarlo. No había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, pero me preguntó: "¿Quién es usted?, ¿Dónde lo conocí? Me parece conocido..."

Pero bueno, hoy no trato de escribir sobre esos asuntos, sino de destacar que por primera vez en mucho tiempo, como boliviano, me sentí orgulloso de que mi presidente sea recibido en el exterior con enorme deferencia, que se lo escuché con respeto y, lo más importante, que no nos haga quedar mal hablando sandeces como si su auditorio estuviera integrado por gente que no lee ni los periódicos.

Mesa, durante 50 minutos, (se excedió el lapso que se le otorgó, pero nadie protestó) expuso la situación boliviana pre y post Octubre 2003, descartó la posibilidad de un enfrentamiento oriente-occidente o la balcanización del país. Rindió cuenta de lo que ha hecho para equilibrar el déficit fiscal y subrayó la importancia del resultados de las elecciones del 2002 y la emergencia de Evo Morales como nuevo interlocutor político.

Se paseó por el valor que tiene el resultado del referendo sobre el gas, dio seguridades a la inversión extranjera de que nadie será asaltado. Resaltó la importancia de la vigencia de los partidos políticos en una epoca en que han perdido credibilidad y, como no podía ser de otra manera, llamó la atención de la comunidad internacional sobre la mediterraneidad boliviana.

Un cerrado y largo aplauso de los asistentes a la Conferencia de las Américas premió su sincera, dramática y certera exposición, fruto de una mente ordenada. Y por primera vez en los ocho años de realización del conclave, parte del discurso de un presidente fue objetado por uno de los asistentes.

El cónsul de Chile, Jorge Dupuy, dijo que entre Bolivia y Chile no hay ningún litigio limítrofe pendiente, y que entregaría a Mesa y a los asistentes la copia de la carta que Chile ya hizo circular el mes pasado en Naciones Unidas sobre el tema.

Mesa pareció sorprenderse, pero no perdió la compostura. Inteligentemente no abrió debate y sólo dijo que recibiría esa carta de "manera respetuosa y en los mejores términos". Hubiera sido inútil una discusión con el cónsul, primero porque Mesa estaba en otro nivel y, segundo, porque antes dejó sembrado en el auditorio el eje central sobre el asunto.

Desde que asumió Mesa le he criticado severamente varias veces su propensión al populismo y soy de los que cree que su soberbia es mala consejera en el campo politico. Sin embargo debo admitir ahora que me sentí bien representado.

Muchas veces, actuando como periodista en el exterior, me he avergonzado de "mis presidentes", esta vez salí con la frente en alto.

En lo único que falló Mesa es en presentarse al estrado 15 minutos tarde, algo inconcebible en Estados Unidos tratándose de un jefe de Estado que va a hablarle a un auditorio integrado por políticos de primer nivel, hombres de negocios, y académicos.





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