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Miércoles 31 de noviembre del 2012
LOS DUENDES PERIODISTICOS
Por
Hernán Maldonado
En sus primeros días como diario, Presencia publicó una noticia dando cuenta del “sensible fallecimiento” en Santiago de Chile de un patricio boliviano. El problema era que el hombre, aunque muy enfermo, todavía estaba vivo.
Aquella tarde, en medio de caras sombrías, no preocupaba el culpable, sino el tenor que tendría de la notita para la portada pidiendo disculpas por el grave error que ponía en duda la seriedad exigida a un diario católico.
El director, Huáscar Cajías, con su silencio, agravaba la tensión. Si al menos hubiera explotado… Al anochecer, las agencias internacionales informaron que se había producido el fallecimiento.
Cajías, un campeón de la ironía y el sarcasmo, dijo seriamente: Creo que tendríamos que titular: Confirmando nuestra primicia de anteayer, anoche murió… Entró en su despacho despejando la tensión.
Desde tiempos inmemoriales se han atribuido a los “duendecillos” vivientes en las redacciones los errores de todo tipo que han puesto en figurillas a los periodistas en todas partes del mundo.
En 1961 el secretario general de la ONU, el sueco Daj Hammarskjold, viajó al Africa, en misión de paz. El corresponsal de la Associated Press informó del arribo del DC6 con el alto funcionario y sus 18 acompañantes. El avión nunca llegó a Rhodesia (Zambia). Se estrelló.
A fines de los 70, el chileno Elías Figueroa era considerado el mejor defensor del mundo y era esperado en Venezuela con su equipo. Por problemas de conexión aérea, la selección chilena no llegó a Mérida.
La sección deportes del tabloide Ultimas Noticias, de Caracas, destacó la “llegada” del equipo, la “cálida recepción” que se le tributó. Y… por si fuera poco, incluyó extensas “declaraciones” del astro.
Viví de cerca el bochorno que significó para United Press Internacional el haber “asesinado” al presidente de Colombia, Alfonso López Michelsen en 1976.
Un periodista bisoño al hacer una prueba para su eventual contratación en la oficina de Bogotá se le ocurrió redactar un “urgente”, sin darse cuenta que el teletipo estaba conectado con la oficina de Nueva York donde el redactor recogió la noticia y la lanzó al mundo.
Aunque la corrección fue hecha en escasos minutos, el daño ya estaba hecho. Varios clientes, especialmente de TV que cortaron sus programas habituales para dar la noticia, amenazaron con romper sus contratos.
El gobierno colombiano inició una gran investigación bajo la sospecha de que estaba ante una conspiración. Virtualmente expulsó a UPI. La compañía debió trasladar inclusive a su vicepresidente desde Buenos Aires para dar explicaciones.
Lo peor, desde el punto de vista periodístico, es que una agencia española “plagió” el “urgente” de UPI añadiendo que López Michelsen fue “asesinado de 3 balazos”.
Como se probó que todo fue un error humano, no rodaron cabezas. El corresponsal de la agencia española fue promovido a la oficina de Madrid. El periodista bisoño nunca fue contratado por UPI.
Todo esto me acordé estos días cuando vi que dos diarios de La Paz informaron del “exitoso” concierto del cubano Armando C. Pérez (Pitbull) en Santa Cruz, pese a que el rappero nunca actuó aduciendo problemas de seguridad.
Hay que recordar siempre que “los errores de los médicos se entierran, los de los periodistas, se publican” .
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