Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 25 de diciembre del 2005


ERA LO QUE FALTABA

Por Hernán Maldonado

Bolivia estrenará en tres semanas un presidente indígena. Era lo que faltaba. Hemos tenidos presidentes ilustres e ignorantes, ricos y pobres, civiles y militares, demócratas y dictadores, conservadores y liberales, barbados y lampiños, derechistas e izquierdistas, doctores y generales y así nos ha ido. ¿Podremos esta vez si dejar ese deshonroso penúltimo lugar del desarrollo entre los 35 países del hemisferio que como doloroso estigma llevamos marcado en el alma?

Bolivia vive una borrachera de felicidad porque los marginados acceden al poder político tras su exclusión por esa burguesia que don Juan Lechín Oquendo describía como "insensible y satisfecha" y que desde siempre se desentendió de las enormes brechas sociales, políticas y económicas que han mantenido atrasado y dividido al país en sus más profundas entrañas.

El 18 de diciembre, sorpresa o no, Bolivia se ha dado una nueva revolución y el que no lo quiera entender así está fuera de onda. Históricamente creo que sigue a la del 9 de abril de 1952. La vanguardia está formada por gentes de la clase media (o lo que queda de aquella) empobrecida desde la primera, el resurgente proletariado minero, el artesanado, los desocupados devenidos en comerciantes informales, la pequeña burguesia y el campesinado. El líder es Evo Morales y ojalá que no sea sólo instrumento pasivo de esa vanguardia que, ideológicamente además, proviene del más recalcitrante marxismo y troskismo, pasando por los nacionalistas, hasta aglutinar a aquellos fascistas que ayer nomás gritaban en las calles: "Indios de mierda" o vociferaban que era "preferible estar bajo la bota militar que bajo la abarca de un indio".

Precisamente esta amalgama del pensamiento político puede servir de pesos y contrapesos a la función gubernativa. Seamos optimistas. El país se abre a otra oportunidad. Recordemos que hace casi ya un siglo, cuando Alcides Arguedas publicó su "Pueblo Enfermo", el gran uruguayo Enrique Rodó le dijo que él hubiera titulado el libro "Pueblo Niño", porque eso era Bolivia. Ahora, tras haber pasado por muchas manos los bolivianos nos asimos a una nueva esperanza. ¿La última? No lo creo, honestamente. De lo que estoy seguro es que ya no somos niños y de que no puede haber otro fracaso porque de los votos vamos a pasar a las balas, que es así como todo comenzó aquél lejano abril.

Al ver el desborde de alegria de estos días ha sido inevitable no retrotraerme a aquél tiempo. Todavía siento el calor de la mano de mi padre, apretujados ambos en la Plaza Murillo, desbordada hasta en sus calles aledañas por una eufórica multitud que daba la bienvenida desde el exilio a Víctor Paz Estenssoro aquel soleado atardecer del 15 de abril de 1952. La multitud rugiente, emocionada hasta las lágrimas aplaudia largamente su discurso. Recordemos algunas partes:

"...Por mucha seguridad que tenía en el heroíco pueblo, nunca mis sueños más audaces me permitieron pensar en esta terminante derrota de la oligarquía.

"...El pueblo de Bolivia ha cumplido una hazaña que en estos momentos es comentada con admiración por todos los países de la América india.

"...Ciudadanos de Bolivia, hemos triunfado. Hemos alcanzado el gobierno... Quienes tenemos el gobierno por decisión del pueblo boliviano, estamos en un compromiso, el más grande de nuestras vidas, debemos responder a esta confianza que el pueblo ha puesto en nosotros.

"...Ninguna violencia, ninguna venganza... (pero) mi gobierno sancionará con energía a todos aquellos que robaron, a los coimeros, a los que negociaron con el hambre del pueblo..."

Este 22 de enero tomaré de la mano a uno de mis nietos y volveré a estar en la Plaza Murillo -- estoy seguro que por última vez --, pero no para escuchar más discursos. Estoy harto de oir la misma letanía desde hace 53 años. Esta vez será para elevar una oración al cielo. Ojalá que ahora sí. Así sea.





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