Regreso al comienzo

Sábado, 24 de enero de 1998


LA PRENSA BOLIVIANA Y
LA 'INFORMACION VERAZ'

Por Hernán Maldonado
Especial para la Agencia de Noticias Fides


Y como en todas partes se cuecen habas, habrá que estar atentos para defender la libertad de prensa y hacerles entender a sus actuales y potenciales enemigos que su propia vigencia política y moral sólo descansa en los cimientos de una prensa libre.

Miami - El año ha comenzado mal para la prensa boliviana.

La Asociación de Periodistas y el Sindicato de Trabajadores de la Prensa han expuesto los 13 casos que documentan las dificultades y atentados contra "su tarea de informar a la opinión pública del país" y que parten de altas autoridades y funcionarios gubernamentales.

En respuesta a esa honda preocupación el presidente Hugo Banzer Suárez reiteró su promesa de respetar y hacer respetar la libertad de prensa. Sin embargo a los pocos días una poblada alentada por dos diputadas oficialistas estuvo a punto de asaltar una radioemisora, con agresiones de hecho a periodistas y policías.

Ahora el parlamentario oficialista Andrés Soliz Rada, quizás molesto por las críticas de Periodistas Asociados Televisión (PAT) por la conducta de sus colegas conmilitonas políticas, ha exigido al gobierno que le presente los contratos que esa organización periodística tiene con el canal del estado, en otra actitud que, como dijeron en su comunicado del 12 de enero la Asociación y el Sindicato, parece "probar una actitud intolerante, de quienes ejercen el poder, contra la libre expresión e información".

Y es que los políticos, mientras están en la oposición son los paladines de la libertad de expresión, pero en función gubernamental - velada o abiertamente - son sus enemigos porque hay un temor a la crítica, a la fiscalización, a la información, mucho más en regímenes sin orientación programática que parecen vivir de y para los hechos del día.

Que el periodismo tiene sus fallas, que los periodistas exageran o que hay una prensa amarilla, es indiscutible, pero de allí a la tentación de controlar la prensa hay un trecho enorme. Dentro de la libertad pueden corregirse esos errores, no fuera de ella.

Así lo entendieron los mandatarios reunidos en noviembre pasado en la Cumbre de la isla venezolana de Margarita, cuando rechazaron la inserción, en su declaración final, de la tesis del gobierno del presidente Rafael Caldera del "derecho a la información veraz" que habría otorgado a los gobiernos las herramientas para controlar o regular el ejercicio de la libertad de prensa, con el pretexto de velar por su credibilidad.

Y no se crea que lo que lo que ocurre es propio de países subdesarrollados. Por estos lados se dan casos todos los días. El más resonante quizás es aquél ocurrido en 1985 en la Casa Blanca.

El presidente Ronald Reagan iba a comenzar una reunión de gabinete y los periodistas eran desalojados de la sala al habérseles agotado el tiempo para hacer preguntas. Uno de ellos, sin embargo, como casi normalmente ocurre, insistía en hacer una última pregunta aunque ya tenía la puerta sobre sus narices. Reagan no alcanzó a escuchar la pregunta, pero era obvio que ya estaba molesto con el periodista, y al cerrarse la puerta, su comentario inmediato fue "son of a bitch" (hijo de p…) sin darse cuenta que todavía tenía el micrófono abierto. La prensa estadounidense reaccionó al calificativo, pero el astuto Reagan mandó a decir a su vocero que lo que había dicho fue "sun on the beach" (el sol sobre la playa) frase que en inglés tienen similar pronunciación que la anterior.

Y como en todas partes se cuecen habas, habrá que estar atentos para defender la libertad de prensa y hacerles entender a sus actuales y potenciales enemigos que su propia vigencia política y moral sólo descansa en los cimientos de una prensa libre.