Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Lunes 18 de junio del 2001


El LOBO CUIDANDO LAS OVEJAS

Por Hernán Maldonado


El diputado Fernando Kieffer regresó el pasado fin de semana a La Paz, luego de su fugaz viaje a Buenos Aires, y entre los papeles que se llevó seguramente está un recorte del periódico Página 12 que el martes publicó un extenso artículo firmado por Andrés Osojnik de su gestión en Argentina sobre el caso de la infortunada compatriota Marcelina Meneses y su bebé Josua Tórres Meneses.

Obviamente ese artículo de Osojnik le servirá a Kieffer para “demostrar” en la Cámara de Diputados que se justificó su envío a la capital argentina para que, como miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara Baja, averiguara sobre el atroz asesinato de Marcelina y el pequeño Josua, arrojados de un tren en marcha.

Pero la visión que tienen de esa gestión los bolivianos residentes en Argentina, fundadores del flamante Movimiento de Derechos Humanos, es completamente distinta de aquello de lo que podría ufanarse Kieffer blandiendo el recorte de prensa mencionado.

El Movimiento, que ha nacido a raíz del oprobioso asesinato, tras su experiencia con Kieffer se ha preguntado si “¿no sería de mayor utilidad que el gobierno y el legislativo en vez de mandar comisiones fugaces gastaran ese dinero en contratar un buen abogado penalista que trabaje en el caso Meneses?”

Kieffer, al que acompañó el diputado Manuel Suárez, había aceptado reunirse con representantes del Movimiento el 12 de junio a las 7 de la noche en el consulado boliviano. Dos horas después de la hora convenida y cuando no aparecía el “honorable”, sus frustrados interlocutores decidieron buscarlo en la residencia del embajador Fernando Bedoya.

Allí el “enviado especial” del parlamento boliviano dejó una “cena de trabajo” salió a la calle y lejos de disculparse por no haber acudido a la cita, se dirigió con malas maneras a las señoritas Erika Vargas y Lilian Camacho, precisamente dos de las artífices del Movimiento y quienes con su labor solidaria han puesto en claro que no quedará impune este crimen xenófobo.

Según el diputado Kieffer, asuntos como los que plantea el Movimiento deben tratarse en horas de oficina y les recordó a los compatriotas que el horario de atención del consulado es de 9 a 16 horas. Kieffer también les dijo que ya se había reunido con otros representantes de la bolivianidad en Argentina y que estos sólo le habían expresado su preocupación por el voto en el extranjero.

“No teníamos la intención de hablar del voto en el extranjero porque al señor diputado no le corresponde tratar ese tema (y) además las víctimas, mártires de la discriminación y la xenofobia como Marcelina y su hijo Josua ya no pueden votar”, recordó el doctor Guido Torrez Mendoza, miembro del Movimiento y de la Asociación de Profesionales Bolivianos en Argentina.

El mismo Torrez Mendoza sostuvo que “en la más humilde casa del residente boliviano (a uno) lo invitan a pasar y le dan un vaso de agua; pero en las residencias pagadas por el Estado boliviano, se nos atiende en la calle y se nos echa como perros”.

Si los compatriotas como Vargas, Camacho y Torrez Mendoza hubieran recordado algunos hechos de la vida pública del “honorable”, se habrían ahorrado un mal rato porque en un caso tan triste como el de Marcelina y su bebé, le estaban pidiendo solidaridad a alguien que ha demostrado que no conoce ni siente esa palabra.

¿Cómo se le puede pedir que apoye una causa de Derechos Humanos a alguien como Kieffer que, según dictamen de la Contraloría, desvió fondos de la ayuda internacional destinados a los damnificados del terremoto de Aiquile y Totora para comprar un avión de lujo supuestamente destinado a Defensa Civil?

¿Qué se puede esperar de un hombre que como Ministro de Defensa permitió que un comandante de un regimiento “alquilara” soldados como bestias de carga para la empresa constructora del camino Cotapata-Santa Bárbara?

¿Cuál la autoridad moral para actuar en el terreno internacional de un parlamentario calificado hace apenas dos años por el canciller chileno José Miguel Insulza de ser “el ministro loquito”?

“Si luchamos por los derechos humanos se debería comenzar en casa respetándonos mutuamente y escuchando lo que tengamos que decir”, dijo Torrez Mendoza. Completamente de acuerdo. El único problema es que en este caso los miembros del Movimiento no cayeron en cuenta que es un pésimo negocio pedirle al lobo que cuide las ovejas.





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