JAIME ESCALANTE: IN MEMORIAM




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Domingo 4 de abril del 2010



UN INCANSABLE "ESCALANTE"

Por Hernán Maldonado

La montaña era enorme pero se decidió a escalarla honrando a su apellido. Tras 14 años de ejercicio profesional en Bolivia, empezó de nuevo, subió, subió incansablemente... y ¡triunfó!

El profesor Jaime Escalante murió la semana pasada. Lo conocimos a finales de los años 50 cuando venía del Colegio Bolívar, como delegado a los exámenes finales en el Nacional Ayacucho. El y Gerardo Prado, eran los mejores maestros de matemáticas en La Paz.

Cuando le dije a mi madre que Escalante nos había llamado "llokhallas", se molestó. En esos tiempos el término aymara (muchacho) era considerado despectivo, a pesar de la Revolución de Abril.

Prado, nuestro maestro, y Escalante se respetaban mutuamente, pero por sus conocimientos despertaban celos en otros profesores. A uno de ellos, apellidado Collazos, de física, le disgustó el trato de Escalante a sus alumnos y no le permitió que fuera delegado en el examen final.

Ambos jóvenes profesores eran muy exigentes y eso tampoco les gustaba a muchos alumnos, entre los que me contaba, a algunos de sus padres y a directores que no veían con buenos ojos abultadas cifras de desquitantes en matemáticas.

¿Será que todo esto influyó para que Escalante decidiera dejar Bolivia? Lo cierto es que con lo elemental llegó a Puerto Rico y de ahí saltó a California sin saber inglés, a lavar platos, y a volver a estudiar para hacer lo que le gustaba: Enseñar cálculo.

Su vida fue interpretada por Edward James Olmos en la película "Stand and Deliver", candidata al Oscar en 1988. Fue tan extraordinario su éxito docente con muchachos de un barrio marginal de Los Angeles que sus métodos se extendieron en EEUU.

Lo principal fue imbuirles a todos el espíritu de victoria, a demostrarles que "metiéndole ganas", todo se puede. El mismo era el ejemplo. Con perseverancia, paciencia y conocimiento fue convirtiendo toscas piedras en diamantes.

Por eso es que se le concedió los más altos honores. Quizás es el único boliviano en haber sido invitado a la Casa Blanca para un homenaje de manos de un presidente (Ronald Reagan). Dos décadas después, otro, Barack Obama, lo elogió al saber de su muerte.

Este boliviano "for export", sin embargo, no recibió ninguna alta distinción del gobierno en su país. A la hora nona se pìensa en darle condecoraciones póstumas, nombrarlo "embajador" post mortem. Nada de eso sirve. Nos parecemos a esos malos hijos que sólo sobre el féretro de sus padres se deshacen en lágrimas.

Ni siquiera para decir que Escalante se fue del país y no regresó. Inclusive en el momento de diagnosticársele el cáncer terminal, vivía en Bolivia y viajó inútilmente a Reno, Nevada, donde murió. Este domingo Los Angeles Times le rindió un gran homenaje asegurando que Escalante "cambió las escuelas de EEUU para siempre".

La trascendencia del ejemplar maestro se reflejó a las horas de haber muerto. No sólo hubo el pronunciamiento de Obama o los múltiples ecos de la prensa internacional sino que en cuestión de minutos en la Internet se produjeron más de 19.500 menciones.

Escalante llevaba a Bolivia grabada en el alma. Por eso sus alumnos repetian en el Garfield High School las palabras que les dirigia en aymara: Camisatassa (¿cómo estás?), hualiquithua (estoy bien), cauqui marcanitasa (¿de qué pais eres?), etc.

Querido maestro: Tus llokhallas te lloramos. Perdona nuestra mezquindad, y descansa en paz.