El "genocida" Cristóbal Colón




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Lunes 3 de junio del 2013


EL “GENOCIDA” CRISTOBAL COLON

Por Hernán Maldonado

La polémica está encendida y no precisamente “en un viejo almacén del Paseo Colón donde van los que tienen perdida la fe…” como reza el viejo tango “Sentimiento Gaucho” de la autoría de Juan Andrés Caruso.

En ese paseo de anchos jardines a las espaldas de la Casa Rosada, el palacio presidencial argentino, se alza el monumento al descubridor de América, Cristóbal Colón, tan vapuleado por los socialistas del Siglo XX.

Obra del artista italiano Arnaldo Socchi, el monumento fue donado por el gobierno italiano a Argentina en 1921 en agradecimiento por la cálida acogida que Buenos Aires tributó a los inmigrantes peninsulares desde fines del Siglo XIX.

La presidenta Cristina F. de Kirchner dispuso que la estatua del almirante inmortal fuese trasladada a la ciudad de Mar del Plata, a lo que se oponen vigorosamente no solo la inmensa comunidad italiana y sus descendientes, sino el gobierno bonaerense encabezado por Mauricio Macri.

Kirchner aspira a colocar en el sitio una estatua de Juana Azurduy de Padilla la heroína de la guerrilla por la independencia de Bolivia, que también es reconocida como propia en Argentina porque también luchó con los patriotas de ese país. El general Manuel Belgrano le obsequió su sable y la nombró Tenienta Coronela del Ejército Argentino.

A parte del destacado sitio, no se conoce en qué más consiste el aporte argentino para el homenaje a la guerrillera independentista. El gobierno del presidente Evo Morales, según informaciones destacadas por la prensa bonaerense, está aportando un millón de dólares. En Bolivia no hay un monumento de tan altísimo costo a ninguno de sus próceres ¿O sí?

Como la señora Kirchner se ha mostrado siempre muy solidaria con el gobierno de Venezuela, me pregunto si este traslado no será un modo encubierto de hacer causa común con el bolivarianismo revolucionario que concluyó que el descubridor de América es un “genocida” que no merece homenaje alguno.

En la entrada a la parroquia El Recreo, en lo que se llamaba la Plaza Colón, se alzaba el monumento al almirante hasta el 12 de octubre del 2004. Hoy sólo queda una fisiocromía en homenaje a Andrés Bello de Carlos Cruz Diaz, la escultura Abra Solar, de Alejandro Otero y la Obra Pariata, de Omar Carreño.

Hordas revolucionarias, aleccionadas por el verbo de Hugo Chávez, derribaron al marmolíneo Cristóbal Colón y tras un juicio sumario lo culparon del “genocidio de las poblaciones amerindias” y de 500 años de esclavitud de los indígenas originarios.

La estupenda obra del escultor Rafael de la Cova, inaugurada en 1934, fue arrastrada por las calles de Caracas en medio de golpes y escupitajos y finalmente pintada de rojo, el color oficialista. El lugar cambió de nombre. Se llama “Plaza de la Resistencia Indígena”.

Así también empezó a llamarse en Venezuela lo que por décadas fue “El Día del Descubrimiento”. Parece que no llegará a tanto la señora Kirchner, así que no nos contemos aún entre los que “tienen perdida la fe”.