Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 26 de octubre del 2003


LOS GASTOS RESERVADOS

Por Hernán Maldonado

El presidente Carlos D. Mesa ha rayado la cancha y ha dejado claramente establecido que los pilares en los que asentará su gobierno serán la defensa de la democracia, el fortalecimiento de la institucionalidad y la transparencia en el manejo de la cosa pública.

La transparencia tiene que ver con la lucha contra la corrupción, el flagelo que en Bolivia, en sus palabras, "ha llegado a niveles que no se pueden aceptar y que no se pueden tolerar".

La corrupción está tan extendida que difícil saber si comienza en el escuálido soborno al varita de la esquina para evitar una multa por una leve infracción de tránsito, o si termina en las jugosas comisiones en los altos niveles del Estado.

Como periodista Mesa se convirtió en cruzado de la lucha contra la corrupción. Fue tan implacable que hasta debió soportar infames campañas de prensa y hasta atentados terroristas para acallarlo.

Pero cuando como político asumió el gobierno, "la carta blanca" que se le prometió no apareció por ninguna parte y el adalid anticorrupción parecía perderse en los vericuetos del poder con más pena que gloria.

Pero las vueltas que da el destino lo han puesto ahora sobre el potro, con las riendas en las manos. Ahora no hay margen para las disculpas. Los de a pie queremos, como primer paso, que haga cumplir, como se lo ordena la ley, las sentencias del Poder Judicial con los deudores del Estado.

Por otra parte, el señor Mesa siempre ha sido un profesional solvente, lo mismo que sus ministros. Ninguno de ellos, por muy justificado que sea, debería aceptar los sueldos que ganan en un país como el nuestro donde millones de personas subsisten con menos de un dólar al día.

Durante el gobierno del general Hugo Bánzer Suárez se estableció el sueldo del presidente en 49.000 bolivianos y la mayoría de los ministros ganan la mitad de esa suma. Esto es obsceno. En estas horas una manera de mostrar amor al país sería recortarse los sueldos por lo menos en un 50 por ciento.

Quizás seguirían el ejemplo los 157 diputados y senadores abusadores que se autoasignaron sueldos de hasta 24.000 pesos, además de los bonos, los pasajes de avión, los gastos de asesores, secretarias, etc, etc.

Un maestro de primera categoría no gana en Bolivia esa suma en todo un año de trabajo. La desproporción es evidente, no sólo en lo que se gana, sino en lo que se produce.

Y una bonita manera de empezar la lucha contra la corrupción sería que el Estado recortara sustancialmente el monto asignado al rubro "gastos reservados".

Debemos partir de la certidumbre de que ese rubro no puede ser eliminado, como tan alegremente proclaman gentes que no conocen el manejo y funcionamiento del Estado.

Esos fondos son necesarios para gastos no presupuestados y que surgen de la noche a la mañana. Ejemplos por lo bajo: El embajador que se muere y que hay que repatriarlo. Qué tal si alguien quiere vender un documento de vital importancia para nuestra seguridad. Qué si necesitamos pagar un "lobby" para un asunto de nuestro interés, etc, etc.

Otra cosa es que esos fondos reservados se han estado gastando en cosas que no se debe, como los sobresueldos, bonos, los famosos "plus" y otras tonterías ajenas al interés mismo de Bolivia como Estado.

Los "gastos reservados" tienen que existir, a menos que se me muestre un país que no los tiene. Pero necesitan una reglamentación y, como ha sido en el pasado, su manejo debe ser de responsabilidad conjunta del Presidente de la República, del Contralor, el Fiscal General y el Ministro de Hacienda.

En la responsabilidad de cuatro personas habrá posibilidades de mayor transparencia que en el discrecional manejo por parte del Ministerio del Interior. La lucha contra la corrupción debería empezar por ahí.





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