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Jueves 29 de septiembre del 2016


EL "CARTEL DE LOS MENTIROSOS"

Por Hernán Maldonado

Más allá de sus notorias barrabasadas, los gobiernos del denominado “socialismo del Siglo XXI”, especialmente en Venezuela y Bolivia, serán recordados como la de los cínicos. Son tantas la mentiras que propalan por sus medios, que no hay duda de que conforman ya un verdadero “Cartel de los Mentirosos”.

Pero ya no engañan fácilmente. Lo comprobó amargamente la semana pasada la canciller venezolana Delcy Rodríguez en su intervención ante la Asamblea General de la ONU. El inmenso salón virtualmente estaba vacío. No se veía por ningún lado a esa mayoría de delegados que apenas unos días antes llegaron a la Isla de Margarita, en Venezuela, para la Cumbre de los Países No Alineados, ese resabio de la Guerra Fría, donde llevan la voz cantante sátrapas como Robert Mugabe, de Zimbabwe, los hermanitos Castro de Cuba o el impresentable norcoreano Kim Jong-um.

Rodríguez, unas semanas antes, en una Conferencia de la OEA, negó la crisis alimentaria venezolana. Su desfachatez llegó al extremo de asegurar que hay tantos alimentos en la tierra de Simón Bolívar, “como para alimentar a 3 países”. Se notaba que ni siquiera ve TV o lee periódicos en los que cada vez más venezolanos están despachurrando en las calles bolsas de basura en busca de algo para comer.

Por esto es que los que debían escucharle, prefirieron ir a tomar café. Lo paradójico es que dos días antes, Rodríguez encabezó el grupo de cinco países del socialismo del Siglo XXI que abandonar la sala para no escuchar el discurso del presidente de Brasil, Michel Temer, en solidaridad con la defenestrada Dilma Rousseff, su socia ideológica.

En Bolivia el régimen de Evo Morales tiene una verdadera guerra contra la prensa libre y sus periodistas, a los que ladinamente acusa de formar parte de un “cartel de la mentira”. El empeño es para que no se develen todas las fechorías del régimen. No le alcanzan sus medios, su millonario presupuesto comunicacional, y a todo trance quiere aplastar a los periodistas, obligándolos al exilio, como Carlos Valverde y Wilson García Mérida, o persiguiéndoles judicialmente como a Humberto Vacaflor, flamante Premio Nacional de Periodismo.

Humberto decidió retractarse, como le obliga Evo Morales, vía judicial, por más que un artículo suyo en el que se afirmaba que Morales tuvo que ver con el atroz asesinato del policía David Andrade y su mujer, en suelo cocalero el 2000, fue corroborado por un testigo excepcional, el ex dirigente minero Filemón Escobar, de cuya autoridad moral nadie puede dudar.

Amalia Pando, otra de las periodistas perseguidas, acaba de acatar un fallo de un Tribunal de Etica, al pedir “perdón de rodillas” a la ministra de Salud, Ariana Campero, de quien aseveró falsamente que estaba embarazada de 5 meses. Pero Pando también le pidió a Campero disculparse porque su antecesor en el cargo, Juan Carlos Calvimonte, violó el secreto médico y a nombre del Ministerio reveló que el ex magistrado Gualberto Cusi, era portador del VHIS.

El vicepresidente Alvaro García Linera, cual Savonarola moderno, salió de inmediato a decir que en los casos de Vacaflor y Pando “la ética había triunfado” sobre las mentiras mediáticas, dejando sentado que el gobierno es más inocente que niño recién nacido.

Un de par de horas antes, Morales escribió en Tweeter: “Ahí está el #Cartel de la Mentira. Si al presidente, vipdte, Ministras, Ministros ofenden con mentiras ¿cómo será la desinformación al pueblo?”

Ante tan categórico pronunciamiento cabe preguntarse si ¿son mentiras publicadas por la prensa nacional la masacre en El Porvenir, Pando, el apaleamiento de los indígenas TIPNIS, el múltiple asesinato en el Hotel Las Américas de Santa Cruz, las muertes en Caranavi, las de los cinco mineros acribillados hace pocos días en el camino La Paz-Oruro?

¿Será mentira el desfalco de millones de dólares en el Fondo Indígena? La señorita Gabriela Zapata, ex amante de Morales.

¿Inventó haber procreado un hijo suyo? Y si murió, ¿dónde está el certificado de defunción? ¿Zapata no entraba y salida de Palacio como Pedro por su casa? Y, ¿de dónde sacó esta joven de apenas 29 años esa riqueza que ostentaba sin pudor? Y si no hubo tráfico de influencias, como asevera un fiscal, entonces ¿por qué sigue presa? Estas son las “mentiras” que el régimen no quiere que se sepa. Vacaflor se ha retractado, pero el país escoge si creerle a él y a Filemón, o creerle a Morales. Y en cuanto a la retractación de Amalia, vuelve a tener vigencia aquello de que “los errores de los periodistas se divulgan, los de médicos se entierran”. …Y de los políticos, ¿se callan?