Domingo 9 de mayo del 2004
EN DEFENSA DE LA VIDA
Por
Hernán Maldonado
9,000 desaparecidos en Argentina
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Las barbaridades ocurridas con presos iraquíes en la cárcel de Abu Ghoreib han conmovido de tal manera al mundo que pareciera que súbitamente moros y cristianos se han puesto de acuerdo para denunciar esos abusos contra los derechos humanos sin pausa y en altavoz.
La gran prensa estadounidense es la que encabeza la cruzada y si alguien pagará el precio en los próximos días ese tiene que ser el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, uno de los "halcones" de la guerra en Irak.
El escándalo es la guinda de la torta del gobierno de George W. Bush y si aumenta de tamaño afectaría hasta sus planes de ser reelegido en noviembre.
El alboroto a nivel internacional es tan brutal que Estados Unidos postergó sine die el informe que sobre la situación de los derechos humanos en el mundo debía presentar la semana pasada. Uno se pregunta si tendrá aún cara para hacerlo.
Hay que olvidarse de la reservista Lynndie England y sus compañeros señalados como los torturadores de Abu Ghoreib. Estarán detenidos un tiempo y saldrán en libertad. Recuerden que la cadena de mando militar sube desde el soldado raso hasta Bush.
Y Bush ha dicho varias veces que Estados Unidos "hará lo que sea necesario" para combatir al terrorismo. England y sus compinches podrán argüir ante el tribunal que las torturas que infligían estaba dentro de esa "necesidad".
En medio del actual escándalo está la hipocresia de la gran prensa estadounidense condolida por presos iraquíes que, a parte de ser sometidos a degradantes humillaciones, no parecen haber sufrido graves torturas físicas.
Uno se pregunta ¿dónde estaba ésta prensa cuando por años las dictaduras en el propio "patio trasero" de Estados Unidos, torturaban, mataban o hacían desaparecer por miles a hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y hasta bebés recién nacidos?
Con excepción del general boliviano Luis García Meza, ninguno está en la cárcel. En Argentina, donde desaparecieron decenas de miles, cientos de ellos lanzados desde aviones, los grandes culpables fueron amnistiados o lo peor que les ocurrió fue que recibieron casa por cárcel.
Pero del otro lado la hipocresia también es monumental. Es un despropósito que Cuba reclame por la violación de los derechos humanos en Guantánamo y tenga en sus propias cárceles a centenares de presos políticos y a periodistas cuyo único delito es escribir y denunciar lo que ocurre en la isla.
Ocurre lo mismo con el coronel Hugo Chávez que desde Venezuela denuncia a gritos lo ocurrido en Abu Ghoreib, pero condecora a los militares que el 27 de febrero apalearon, arrastraron por los cabellos e hirieron a centenares de manifestantes opositores matando a 12 de ellos.
Todos estos hechos deben llamarnos a la reflexión. Hay que defender la vida. Hay que exigir el respeto a los derechos humanos. De acuerdo. Pero ojalá que sea todo el tiempo, por todos y en todas partes.
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