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Miércoles 4 de marzo de 1998


BOLIVIA EN LA HORA DE UNA HONDA DECEPCION

Por Hernán Maldonado
Especial para la Agencia de Noticias Fides


Miami - Hace un año Bolivia cabalgaba en el caballo del optimismo. Aunque tardíamente, el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada había completado la capitalización de las principales empresas públicas y se terminaba de pagar su corolario social: el bonosol.

El seguro materno-infantil apuntaba a bajar esos vergonzosos índices de mortalidad que en las estadísticas mundiales nos tienen apenas por encima de Haití, cuyo mandatario, llegó a La Paz para que se le asesorara en esa materia, para copiarla.

República Dominicana y varios países centroamericanos, enviaban misiones a Bolivia para observar el novedoso proceso de capitalización, explicado meses antes en la OEA por Sánchez de Lozada, cuya asamblea le tributó de pie un insólito aplauso.

La reforma educativa, la descentralización administrativa, la participación popular, etc. mostraban ya sus generosos frutos, pese a los problemas sempiternos de infraestructura y de los bajos salarios de los maestros.

Escenario en que se presentaba Sánchez de Lozada daba lugar a que se lo recibiera con el más alto respeto y consideración. ¿O alguien vio en los últimos cuatro años algún despropósito contra el país y sus dignatarios en los grandes diarios del mundo?

No ha transcurrido un año de todo ello y las cosas se han deteriorado a niveles que se consideraban superados.

El nuevo presidente Hugo Banzer Suárez es recibido a los gritos de "asesino" por las Madres de la Plaza de Mayo en Buenos Aires. La prensa internacional recuerda a cada rato a sus lectores que Banzer es el "ex dictador", sin molestarse en explicar las cien razones por las que el gobernante se ganó en los últimos 20 años el título de demócrata.

La gran prensa estadounidense que le dedicó, muy merecidamente, al ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas hermosas columnas, ahora casi ni se ocupa de reseñar las visitas que realiza a Washington su sucesor, Jorge "Tuto" Quiroga, quizás con la honrosa excepción de CNN.

Cuando en 1998 Estados Unidos amenazó con recortar la "asignación" a Bolivia para su lucha contra la narcoproducción de coca, bastó una gestión telefónica para evitarlo. Ahora, el propio Quiroga y Guido Nayar, el ministro del Interior, peregrinan a Washington con el sombrero en la mano. Lo que está haciendo Estados Unidos ya tuvo un mensaje previo, o ¿es que se ha olvidado que apenas comenzó el actual gobierno los norteamericanos sacaron seis de sus helicópteros del Chapare?

En el plano interno la eliminación del pago del bonosol ha formado un lago de llanto de ancianos indigentes. La solidaridad con ellos es monumental. Hay rabia contenida. Nadie se explica cómo Banzer, como candidato, pudo prometerle a los bolivianos que ese beneficio inclusive lo pagaría desde los 50 apios. ¿Es que Banzer, un político avezado, no se había asesorado como correspondía e hizo una promesa irresponsable?

La tácita admisión del nuevo régimen de que no tenía ningún programa de gobierno que ejecutar se puso de manifiesto con la convocatoria al "Diálogo Nacional", que ha sentado las bases de lo que debe hacerse. Mientras tanto a lo que se ha dedicado el oficialismo es a prolongar su campaña electoral y en seis meses su producción apenas se circunscribe al programa de "Cero Coca" en los próximos cinco años.

Para la ejecución de ese objetivo programó la inversión de 900 millones de dólares, 85 por ciento de los cuales supuestamente deben provenir de fuentes externas. La música suena bonita, pero no parece haber entusiasmado al Tío Sam como para hacerle bailar (los europeos se hacen los sordos), al punto que para la actual gestión el Departamento de Estado ha disminuido de 48 millones de dólares a 12 millones la ayuda (asignación, le llaman) a la lucha de Bolivia contra el narcotráfico.

Mientras el gobierno como tal brilla por su ausencia, el circo continúa con los bochinches del compa-comadrerío, sazonados con las peleitas ADN-MIR, Condepa-ADN, MIR-UCS y de todos estos con el MNR, que tampoco es un partido de monjitas.

Esas "peleitas", con algunos dramas telenovelescos como la fuga de Dante Escóbar, el caso del "control de paternidad" (condepa) de uno de los hijos del finado Carlos Palenque, la impunidad de esos "condepistas" por la Cámara de Diputados y el irresponsable comienzo de la campaña electoral del 2001 por parte de Sánchez de Lozada, Johnny Fernández y "El Bombón" Reyes Villa, difícilmente distraen sino que ahondan la profunda decepción de un pueblo que se siente engañado por los políticos de nuevo y viejo cuño.

Y para completar esa frustración que se advierte actualmente en todos los rincones de la patria, el poder ejecutivo acaba de aprobar un sueldo mínimo de 300 pesos, poco más de 60 dólares mensuales para el grueso de la población, paralelamente al anuncio de que el presidente de la segunda nación más pobre del hemisferio ganará 9,000 dólares mensuales y sus ministros un promedio de 6,500 dólares. Y no sólo esto, sino que los parlamentarios, que en los últimos seis meses apenas han trabajo 45 días hábiles, resolvieron ganar 4.000 dólares mensuales. O sea, que un obrero con un sueldo mínimo, deberá trabajar poco más 5 años y 5 meses, para igualar lo que un "honorable" (más de uno semianalfabeto) se gana en un mes, asista o no a las sesiones parlamentarlas.

Este el panorama actual del país en manos de la megacoalición. Un viejo observador de la política boliviana, me dijo: "Es tal la frustración que hay en el país, tan honda es la decepción, que si viviéramos en otro tiempo me atrevería a pensar que hay un complot en marcha".

Como no vivimos ese tiempo, y porque siempre se pueden corregir los errores, abramos la puerta a la esperanza...