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Domingo 18 de diciembre del 2016


CRISIS EN EL LIDERAZGO POLITICO

Por Hernán Maldonado

Los que andamos cargados de años y que hemos visto mucha agua bajo los puentes, solemos tener largas noches de insomnio. Cuando era joven, ansiaba que llegaran estos días, porque (pensaba) podría dedicar más tiempo a la lectura. Ahora algunas noches hago eso, pero el problema es que, a la mañana siguiente, no recuerdo nada de lo leído.

Es en esos lapsos pasan por mi mente, como una película, los más variados pasajes vividos. La semana pasada leí en Facebook un homenaje de las hijas de Gustavo Stumpf, fallecido hace algún tiempo, quien fue fiel secretario del líder de la Falange Socialista Boliviana, Oscar Unzaga de la Vega.

Me retrotraje a los años en que lo conocí, a mediados de la década de los 50. Me lo presentó mi entrañable amigo Jorge Miranda Chavarria en la iglesia de San Juan de Dios. Stumpf, a su vez, nos presentó a Unzaga, vestido de negro que resaltaba su tez blanquísima como si el hombre hubiera estado muchos meses sin conocer la luz del sol.

Unzaga estaba en La Paz para las elecciones presidenciales de 1956. Vivía casi en la clandestinidad, lo mismo que sus hombres más fieles. Su liderazgo provocaba una devoción admirable y que duró hasta su muerte aquél aciago 19 de abril de 1959, en su última gran intentona por derrocar al gobierno del MNR.

En los años en que FSB estuvo en la oposición, los hombres de Unzaga eran capaces de sacrificios inenarrables. Soportaron torturas horrorosas en los calabozos del control político. Miles estuvieron por 3 años en los campos de concentración de Corocoro, Curahuara y Uncía. Decenas murieron asesinados o en intentos como el de 1959 cuando murió toda su plana mayor en el asalto al Cuartel Sucre.

Miles sufrieron confinamientos y exilios. Décadas después, en mi transitar por varios países del mundo, conocí a falangistas de esa época y me narraron las tribulaciones que sufrieron, las veces que con solo un morral y una botella de agua volvían clandestinamente del destierro, a pie y de noche, por el altiplano en las fronteras con Chile y Perú, para seguir en la lucha "¡Por Bolivia!" (Era la consigna falangista), las más de las veces para caer presos o ser confinados a localidades selváticas del oriente boliviano.

Lo que ocurría con Unzaga y sus seguidores, no fue caso único en la Historia de Bolivia. Casi siempre fue así. Los líderes del MNR, con Hernán Siles Zuazo a la cabeza, también recibieron lo suyo cuando eran oposición del sexenio militar. Era una constante. El problema es que los perseguidos de ayer, una vez en el gobierno, se convertían en los perseguidores de hoy.

Pero esto no es el punto. Lo que pienso en esas noches de insomnio es que ese tipo de liderazgos capaz de generar lealtades y solidaridades hasta morir, ya son cosa del pasado. Ni siquiera las ideologías son dominantes. Pareciera que el beneficio personal es lo que importa. Lo vemos en la atribulada Venezuela donde recalcitrantes "opositores" al chavismo de pronto aparecen como sus aliados, pasivos o activos.

En Bolivia, si no es el dinero, es la mezquina ambición política, y por eso no prospera un bloque opositor capaz de retar al desgobierno de Evo Morales quien acaba de regalarnos esta perla: "Si vamos a estar sometidos toda la vida a la Ley, no vamos a hacer nada".

El presidente de Bolivia tácitamente se pone al margen de la ley. Pero parece que a nadie le importa. Tan acostumbrado está el país a sus barrabasadas, que una más no da frío ni calor. Los militares muy contentos con su escuela anti imperialista, los periodistas democráticos sometidos al escarnio público y los partidos políticos cada quien con su parcelita.

Por eso están equivocados los que creen que fue la oposición política la que derrotó a Morales en el referendo del 21 de febrero. Fue la sociedad civil, la gente de a pie cansada de la monserga evista de su lucha contra el imperio, el capitalismo y el coloniaje, pese a que puso a Bolivia en manos del imperio chino, que los mayores capitalistas son los cocaleros del Chapare y dejó que cubanos y venezolanos crean que Bolivia es su colonia. ¿O no?