Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Miércoles 5 de septiembre del 2001


LUCHA GLOBAL CONTRA LOS CORRUPTOS

Por Hernán Maldonado


En la última Feria del Libro en La Paz una de las frases más felices fue la necesidad de globalizar la lucha contra la corrupción, un empeño que ciertamente frenaría esa lacra social que cual epidemia se cierne sobre los países pobres.

¿Qué tal si nuestros legisladores de todos los rincones del mundo se ponen de acuerdo para que los corruptos sean juzgados dondequiera que se encuentren? Qué hermoso sería que el Derecho Penal Internacional alcanzara ese paso trascendental a través de una resolución de Naciones Unidas.

Ese juzgamiento está en el interés de los países donde los corruptos llenaron sus alforjas con dineros malhabidos. Y está también en el interés de los países desarrollados que otorgaron esos dineros en diversas formas y para propósitos diversos y que sin embargo aparecieron malversados.

En materia penal hace años que hay delitos que pueden ser perseguidos, juzgados y sentenciados dondequiera que el delincuente escape. La mayor parte de esos delitos han sido tipificados como de lesa humanidad. Sin embargo el juez español Baltasar Garzón abrió las puertas a otro tipo de delitos y por eso es que mantuvo anclado en Londres por casi un año al dictador Augusto Pinochet.

La eventual “globalización de la justicia penal” alcanzó un nuevo histórico recientemente cuando una corte parisina condenó severamente a un anciano degenerado que había ido a Tailandia en busca de sexo infantil. La vieja tesis de la territorialidad de la ley no funcionó, sino el argumento incontrastable de la conducta delictiva. No importó donde se cometió el delito, sino quien lo cometió.

Ahora que está de moda la globalización, sería una magnífica idea que los corruptos puedan ser perseguidos, juzgados y sentenciados en cualquier país donde hubieran buscado refugio. Sería, además, un disuasivo poderoso a los potenciales corruptos porque en esta materia no hay mucha tela que cortar.Salta a la vista el delito. Gentes que ayer nomás estaban con una mano delante y otra detrás, al cabo de un tiempo en funciones de gobierno aparecen con fortunas de diversas cuantías.

Lo estamos viendo en el caso boliviano, donde los corruptos, varios de ellos con responsabilidades administrativas, civiles y penales declarados expresamente por la Contraloría de la República, se pasean orondos por las calles y hasta desafiantes, amparados en su inmunidad parlamentaria.

Como ya ocurrió en ocasiones anteriores, cuando falte poco para que termine esa inmunidad, los corruptos saldrán presurosos del país a disfrutar de sus riquezas malhabidas en las playas de Miami, las calles de París o cuando menos recularán en el barrio de Olivos en Buenos Aires, en el Miraflores limeño o la Lagunita caraqueña.

Y desde allí nos sacarán la lengua porque no funcionan los mecanismos de extradición (a veces ni siquiera hay el tratado correspondiente), porque nuestra justicia es paquidérmica, porque el contubernio político es atroz y porque entre los diputados pareciera haber un tácito acuerdo del “hoy por ti, mañana por mi”.

Las promesas del actual presidente Jorge Quiroga de luchar contra la corrupción son alentadoras pero no hay que hacerse ilusiones. No le alcanzará el tiempo, ni tiene el poder, para poner en la cárcel a ninguno de sus tramposos conmilitones.

Me conformaróa con que le pusiera el cascabel a Luis Alberto Valle, alias “El Chito”, yerno del ex presidente Hugo Bánzer Suárez, implicado en una media docena de inocultables actos de corrupción cuando fungía como prefecto de La Paz y que ahora no sólo se mofa de quienes lo señalan con el dedo acusador,sino que ya nos ha anunciado que al término de su periodo como diputado, se irá a vivir a Texas con toda su familia.

Si las Naciones Unidas aprobaran una legislación globalizando la lucha contra la corrupción, varios países del Tercer Mundo no estarían mendigando más la condonación de sus gigantescas deudas externas. Millones de dólares pondrían volver a sus arcas de los bancos suizos y de las Bahamas, de las Islas Cayman.Otros tantos millones volverían de la banca estadounidense que, por ahora, sólo es pródiga para revelar los depósitos atribuidos a los lavadores de dinero producto del narcotrafico.

Lo más importante de todo, cualquier potencial corrupto lo pensaría dos veces antes de delinquir porque sabría de antemano que dondequiera que escape le alcanzará el largo brazo de la ley.





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