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Miércoles 10 de noviembre de 1999


EL CICLISMO EN PAÑALES

Por Hernán Maldonado


Colombia se llevó todo en la Doble Copacabana. Jairo Pérez fue el ganador de la prueba y sus coterráneos Geovanny Huertas e Ismael Sarmiento lo escoltaron en el podio. Arnold Zapata fue el boliviano mejor ubicado, obtuvo el puesto 10.
Miami - El padre Eduardo Pérez Iribarne quiere que Bolivia sea "el centro del ciclismo", dentro de su objetivo principal que es "dar a conocer a Bolivia ante el mundo".

Con esa idea en mente "internacionalizó" desde hace dos años la Doble Copacabana que acaba de cerrar una nueva edición con una asistencia récord de participantes foráneos.

La masiva participación de ciclistas y público mostró el enorme poder de convocatoria que tiene Pérez con radio Fides, de la que es su director, pero también puso al desnudo la incapacidad de nuestros dirigentes deportivos.

En Bolivia el ciclismo competitivo ha sido poco menos que inexistente, salvo quizás la Doble Oruro que se corría allá por los años 50 y en la que eran legendarias las hazañas del orureño Cornelio Parihuancollo.

Sin embargo nunca nos ha faltado la Federación Nacional de Ciclismo, cuyos dirigentes poco hicieron para sacar a este deporte de su letargo. Los contados ciclistas que nos representaron internacionalmente prácticamente eran unos "autodidactas", sin ningún o escaso apoyo técnico y logístico y obviamente los fracasos se contabilizan por montones.

Entonces aparece Pérez con la idea y la Doble Copacabana se institucionaliza. Es el esfuerzo de un hombre que tiene fe en que las cosas se pueden hacer y que pueden tener éxito. Ya es hora, entonces, de que aparezca la Federación, y le ponga el hombro a Pérez.

La Doble Copacabana debe ser obra de instituciones, no de personas para evitar que al desaparecer éstas, desaparezca aquella.

Además, si Pérez quiere que la prueba sea reconocida internacionalmente como una de las del calendario de la Unión Ciclística Internacional, el concurso de la Federación es sine qua non, porque la UCI se entiende con ella, no con particulares.

Por otra parte, cabe mencionar que la cobertura de la prensa nacional e internacional ha sido decepcionante, como prueba de que el ciclismo está todavía en pañales en el país.

En las pruebas por tiempo, muy difícilmente los relojes se equivocan. Por eso resultaba exagerado que se dijera, por ejemplo, que nuestro crédito máximo Genaro Agostopa, se alzaría con la victoria.

Otros diarios y algunos despachos de la agencias noticiosas alegremente pronosticaron que los ciclistas desarrollarían velocidades promedio de 60 kilómetros por hora (el promedio del ganador fue 47 kph), confundiendo y con mucho el ciclismo de pista con el de ruta.

En las Vueltas a Colombia, al Táchira (Venezuela), a Venezuela, a Chile, hay premios de montaña dignos de su nombre, a veces con puntos de ascenso que van desde los 400 metros sobre el nivel del mar a los 1.800 o más.

¿Puede considerarse con propiedad en la Doble Copacabana alguno como tal? Quizás la subida desde la Hoyada a El Alto, aunque la extensión de sólo 12 kilómetros era más bien un típico prólogo y una papita frita para los colombianos.

Nadie pareció advertir las enormes diferencias de las bicicletas de los ciclistas foráneos y los nuestros. A los efectos prácticos fue como correr con un Chevrolet de los 50 con un Honda Accord 99.

Y lo que es más importante, no se puede poner a moros y cristianos en el mismo saco. Si no hay diferencia entre profesionales y amateurs, el año 2050 seguiremos leyendo que "los colombianos volvieron a triunfar".

En la prueba que acaba de finalizar se embolsillaron 8,000 dólares al acaparar todos los premios, excepto uno, y lo que aparece como un logro de cada quien, no lo es tanto. No me extrañaría que de la suma total, los cuatro se repartieron por partes iguales.

El ciclismo de ruta no sólo es esfuerzo individual, sino de equipo. Por ejemplo, cuando hay que controlar a los fugados, cuando se propician falsos ataques para agotar al adversario, cuando se trabaja para el que debe ganar la etapa, etc, etc. Y los colombianos están curtidos en estos menesteres, pese a que ni siquiera figuran entre los de primer nivel en su país, es decir con el potencial de correr actualmente en Europa.

De manera que los colombianos no hicieron sino pasearse en la Doble Copacabana. Todos ellos son profesionales y su fama para escalar montañas, que ya es legendaria, les tiene bien ganado el apodo de "escarabajos" que ostentan con orgullo.

Este martes empezó en Uruguay el preolímpico de ciclismo y hay una lista de 500 ciclistas proscritos. Tampoco participan las potencias ciclísticas del mundo (30 de hombres y 21 de mujeres). Si se les dejara participar a estos profesionales, los otros jamás tendrían oportunidad de llegar a los Juegos de Sidney.

Por supuesto que no es discriminación, sino fair play. Lo mismo debe ocurrir en la Doble Copacabana, porque sino seguiremos asistiendo a un concurso de lectura entre un tuerto y un ciego.