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Domingo, 21 de septiembre de 1997


EL HOMBRE QUE 'ENTERRO' AL CHE

Por Hernán Maldonado
Especial para la Agencia de Noticias Fides


MIAMI, - El cubano Gustavo Villoldo, el tercero de los tres agentes de la CIA testigos de las últimas horas de Ernesto Ché Guevara, ha salido de las sombras para atribuirse el entierro del Guerrillero Heroico dejando una estela de dudas sobre la veracidad de sus declaraciones.

The Miami Herald, el periódico de mayor circulación y el más importante del sureste de Estados Unidos, publicó este domingo un extenso reportaje firmado por su especialista en asuntos cubanos, Juan O. Tamayo,y que tiene por base el testimonio de Villoldo, quien desde su retiro de la CIA en 1970 vive en "algún lugar" de Miami dedicado a labores agrícolas.

Villoldo, de 61 años, formó parte del trío de la CIA que actuó en Bolivia esa época. Los otros dos, Félix Rodríguez (Guerrero en las Sombras) y Julio Gabriel García, a través de su viuda Haydee Vives López de García (Caballero Templario), han dicho su versión de lo ocurrido en ese tiempo en esos libros, pero esta es la primera vez que se conoce el testimonio de Villoldo.

Según su propia confesión, Villoldo fue el funcionario de mayor rango de la CIA en Bolivia (Hecho que apriori es refutado por Haydee López Vivas en su libro). Ahora la declaración de Villoldo tiene que ver con el entierro del Ché, que él se atribuye, por órdenes del entonces comandante de las fuerzas armadas bolivianas, general Alfredo Ovando Candia.

El punto oscuro del testimonio, sin embargo, es que Villoldo afirma haber enterrado al Ché junto con otros dos cadáveres, pero la misión de geólogos y antropólogos argentino-cubana lo que encontró en julio pasado en una fosa en el antiguo aeropuerto de Vallegrande, son siete esqueletos.

?Qué es lo que ha pasado? El antropólogo forense argentino Alejandro Inchaurregui declaró a The Miami Herald su creencia de que Villoldo está mintiendo o está equivocado. "No me sorprende que después de 30 años todavía (Villoldo) esté tratando de despistar a la gente", dijo el argentino.

Villoldo puntualiza que "ese fue el momento más importante de mi vida y puedo recordar detalles, como si hubieran acabado de pasar aquí mismo". Insiste en que enterró a tres y no se explica cómo es que la comisión encontrö a siete. Dice estar dispuesto a ir a Bolivia para señalar el sitio exacto.

Es más, reveló que "por razones humanitarias" se ofreció a principios de este año a descubrir el sitio y que con ese motivo dirigió en abril una carta a Aleida Guevara, la hija del Ché, en la La Habana por considerar que "la viuda y los hijos de Guevara tienen el derecho a reclamar su cuerpo".

Villoldo, sin citar sus fuentes, sostiene que Fidel Castro se enfureció ante el ofrecimiento de Villoldo, pero que de todas maneras se intensificó la búsqueda de los restos. El ex agente de la CIA por su propia cuenta decidió viajar a Bolivia el 26 de junio, pero no pudo hacerlo por los obstáculos que supuestamente le puso el ministro Franklin Anaya, quien por entonces habría llegado a un acuerdo, autorizado por el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, de darle todo apoyo al grupo cubano que operaba ya en Vallegrande en las excavaciones.

Enseguida el trabajo periodístico de Tamayo busca la confirmación de que efectivamente los restos hallados corresponden al del Ché. En este sentido recoge los testimonios de los peritos forenses y la constatación de las placas dentales que le fueron tomadas en Cuba, poco antes de su misión en el Congo.

Un detalle adicional. Tamayo entrevisto a Jaime Niño de Guzmán, mayor de la fuerza aérea boliviana en 1967, que fue el piloto del helicóptero que trasladó el cadaver y quien vio vivo al Ché varias veces antes de su ejecución.

Según Tamayo, éste es el testimonio del militar boliviano: "Che tenía muy mal aspecto. Me dio pena, se veía tan terrible, que le dí mi bolsita de tabaco importado para su pipa. Sonrió y me dio las gracias".

Según Inchaurregui, cuando estaba inspeccionado el chaleco azul desenterrado cerca del lugar donde fueron hallados los restos sin manos, encontró un pequeño bolsillo interno, casi escondido... dentro, doblada, estaba un bolsita con picadura de tabaco".

Villoldo, en coincidencia con los testimonios de sus colegas Rodríguez y García, afirma que la decisión de ejecutar al Ché fue absolutamente de responsabilidad de los militares bolivianos.

Recuerda que el 10 de octubre se reunió en el Hotel Teresita de Vallegrande con un grupo de oficiales bolivianos y allí se le informó que Ovando Candia le asignó la tarea de enterrar al Che, tarea que ejecutó a la 1:45 de la madrugada, acompañado de un guardia, del chofer del vehículo donde cargaron los cadáveres y del conductor de la niveladora.

Villoldo está seguro que cargo sólo tres cadáveres de la lavandería del hospital Señor de Malta de Vallegrande, aunque Niño de Guzmán y el periodista de United Press International, Alberto Suazo Nates, contaron en el lugar siete cadáveres.

Tamayo se pregunta si se habrá dado la casualidad que en la misma fosa donde Villoldo cumplió su labor, más antes o más después fueron enterrados los otros cuatro.

La respuesta parece darla Inchaurregui: El "analisis de la consistencia del suelo muestra que la tumba tenía un piso común de tierra bien apisonada debajo de los cadáveres y que los siete se cubrieron con tierra al mismo tiempo".

Pese a todo, Villoldo quiere todavia ir a Bolivia para probar su verdad.