Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Martes 5 de diciembre del 2000


¿CUANDO SE PRODUCIRA EL ZARPAZO?

Por Hernán Maldonado


Hugo Chávez
El cheque en blanco que recibió el comandante Hugo Chávez hace casi ya dos años no produce dividendos y el pueblo venezolano está cansándose de tomar diariamente “jarabe de lengua” a través de un torrente de discursos, declaraciones, entrevistas y programas kilométricos por radio y televisión.

Si con sólo las palabras pudiera mitigarse el hambre, si se podría dar techo, educación salud y justicia, en estos momentos el pueblo venezolano debería estar entrando a un periodo de increíble prosperidad. Y mucho más con la catarata de dólares que está recibiendo el país por el alza de los precios del petróleo.

El comandante tiene todavía un grueso apoyo popular y no parecen inquietarle las deserciones que se producen en sus filas. Hasta ahora Chávez ha conseguido todo lo que quería. Tras convertir a Venezuela en un país plebiscitario se apoderado con sus huestes de las principales instituciones del Estado. Este domingo también (en un nuevo plebiscito) se ha adueñado de los sindicatos, sin importarle que el 70 por ciento de los venezolanos le dieron esta vez la espalda a las urnas.

Con la enorme votación que alcanzó en las dos elecciones pasadas, con un parlamento hecho a su medida y semejanza -- que aprobó una nueva Constitución a su gusto --, con el control absoluto de la industria petrolera, el dominio de la Corte Nacional Electoral y hasta de la Corte Suprema de Justicia, la gestión del actual mandatario ya debía haber empezado a dar frutos.

Si en 40 años de gobierno adecos y copeyanos (socialdemócratas y demócratas cristianos, respectivamente) no pudieron resolver los problemas del país, ¿cómo es que quieren que este gobierno los resuelva en apenas dos años?, ha preguntado el comandante. Pero esto no es lo que dijo al pueblo como golpista primero y como candidato después.

Los que ya no pueden aguantar la demagogia del régimen han empezado a votar con los pies. Uno los encuentra en Miami, principalmente. Y no son ricos o empresarios. Son hombres y mujeres que se hicieron profesionales en el exterior con las becas del Plan Mariscal de Ayacucho y que forman parte del enorme ejército de desempleados. Le costaron millones de dólares al país. Son el fruto de la primera bonanza petrolera venezolana producida entre 1973 y 1977.

Otros ni siquiera pueden votar ya en el carnaval electorero que ha convertido a Venezuela el populismo chavista. Mueren por decenas cada fin de semana producto de una irracional violencia callejera, fruto de la desesperación, del hambre, de la droga, la delincuencia, de la frustración de no ver claro su horizonte.

Mientras tanto Chávez persiste en su retórica y quiere exportar sus ideas. En la reciente cumbre de Panamá despotricó contra las “democracias podridas” y recibió un aluvión de respuestas de sus colegas que habrían hecho sonrojarse al más testarudo, pero el comandante se quedó como si nada porque hasta en eso ha devaluado la majestad de la presidencia venezolana.

Hasta ahora la prensa internacional se mantiene a la expectativa y mira al mandatario como a un inexperto político con la esperanza, quizás, de que será capaz de enmendar el rumbo y de no desperdiciar la magnífica oportunidad que tiene Venezuela de reafirmar su vocación democrática y de salir del atraso en el que le sumieron los políticos corruptos.

Pero habría que estar alertas. Ya se han dado signos de totalitarismo al acallar por medios indirectos a opositores del régimen. Las presiones sobre los medios de prensa independientes son cada vez más descaradas y el comandante está cansándose de despertarse en las mañanas y ver que hay más críticas que alabanzas a su gestión.

Hay que rogar que no tenga un mal sueño porque podría verse tentado a echarle el zarpazo al único “poder” que todavía no ha caído en sus manos.





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