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Sábado 8 de mayo del 2010


EN BUSCA DE LOS ESQUIVOS CAMBIOS

Por Hernán Maldonado

En los últimos tiempos cuando alguien promete "cambios" disparo mis alertas. Los políticos la han convertido en la palabra mágica para ganar elecciones. Hasta Barack Obama se aprovechó de ella. Ahora campea a lo largo y ancho de Colombia a unas semanas de las elecciones presidenciales del 30 de mayo.

Su portaestandarte es el ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, que está derribando murallas armado de la palabrita, un lápiz y un girasol. Hasta marzo sólo un 10% del universo electoral le mostraba apoyo. Los entendidos auguraban que el favorito a suceder a Alvaro Uribe era su ex ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.

Sin embargo en sólo un mes, Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Sivickas, de ancestros lituanos, pero más colombiano que el América de Cali, ha puesto a temblar a Santos, paradójicamente después de admitir que padece el mal de Parkinson.

Con un hablar pausado que le ayuda en su imagen de parecerse a un barbado capuchino, Mockus tiene actualmente un 38% de posibilidades de vencer en la primera vuelta contra 34% de Santos. En la segunda vuelta ganaría fácilmente, según las más importantes encuestadoras.

El candidato del "cambio" y su "ola verde" es virtualmente un "outsider" en la política colombiana a pesar de su larga experiencia por haber sido dos veces alcalde de Bogotá, ciudad que transformó gracias a una labor didáctica-pedagógica cultivada en sus largos años de profesor y rector de la Universidad Nacional.

Su incursión en los medios fue bochornoso, aunque espectacular. Ante un cabildo estudiantil que no lo dejaba hablar, el matemático y filósofo, con doctorados en universidades europeas, optó por bajarse los pantalones y mostrarles su trasero a los ruidosos universitarios.

Anécdotas como éstas, incluyendo su matrimonio en un circo, abundan en las excentricidades de Mockus, pero nadie puede objetar su gestión al mando de la capital colombiana, otrora la más delictiva del continente.

Como candidato ha incurrido en gruesos errores, pero en lugar de afectarlo, más bien lo hacen crecer políticamente porque parecieran "tropezones" de un hombre que obra de buena fe, sin la astucia propia de políticos resabiados.

Mockus declaró que "admiraba" a Hugo Chávez, aunque luego aclaró que usó impropiamente la palabra y que debió decir que "respetaba" al dictador venezolano por haber sido "elegido y reelegido democráticamente". Obviamente tampoco pensó que Hitler y Mussolini fueron elegidos así y no por ello eran respetables.

Luego insinuó que no cree en Dios, pero después aclaró que va a misa "unas cinco o seis veces al año". También afirmó que enviaría a Ecuador a Uribe si allí pedían su juzgamiento por el bombardeo al campamento de Raúl Reyes. Enseguida rectificó y dijo que no lo harìa porque eso fue producto de una "política de Estado".

Nada de esto afecta su veloz marcha hacia la presidencia de Colombia. El profesor universitario encandila con su carisma y su promesa de "cambio". Tiene a mano su lapiz para enseñar y así conquistar la paz, simbolizada por el girasol, como la flor que nunca se seca. Amanecerá y veremos.