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Miércoles 13 de mayo del 2015


BOLIVIA: LA DECADENCIA DEL FUTBOL

Por Hernán Maldonado

Bolívar (0) y The Strongest, (1) primero y segundo en las posiciones del torneo nacional, estaban listos para disputar la versión 196 del clásico paceño. El alboroto previo al partido hizo suponer un choque de titanes, al decir de un periodista radial. La realidad es otra. El fútbol boliviano está de capa caída.

A menos de un mes del comienzo de la Copa América a disputarse en canchas chilenas, la exhibición de los punteros del actual certamen fue de una calidad alarmante. Escaso control del balón, inexistente el planteo táctico. Se juega a lo que salga.

Dos horas antes del cotejo varias emisoras comenzaron sus transmisiones. Por Radio Panamericana se transmitió en vivo el desplazamiento del equipo de Bolívar por las calles paceñas desde su hotel. Pugnas tontas por lograr una declaración. La llegada del equipo al estadio fue anunciada como una epopeya.

En las inmediaciones del estadio miles de vendedores ambulantes ofrecian sándwiches de chola, esos emparedados con carne de cerdo, anticuchos desde parrillas encendidas con gas y carbón y obviamente estaban los revendedores. La entrada más barata cuesta el equivalente a $14 y están disponibles al doble de su valor.

The Strongest, que hace de local, infló el precio de las entradas anunciando la venta de solo 31.000, quizás para engañar al fisco con los impuestos, porque en realidad el estadio esta atiborrado con 43.000 espectadores. Cientos se quedan en las puertas entrada en mano. Este abuso no fue denunciado en ningún medio local.

La recaudación bate todos los récords y The Strongest, atribulado por deudas, anunció que le fue tan bien que pagará al menos dos meses de salarios a sus jugadores. Una impavidez.

Mis acompañantes me obsequiaron con una entrada a preferencia. Cuando llegamos no había asientos. Obvio que se vendieron más entradas que los asientos que tiene el coliseo. Vemos unos pequeños claros en la tribuna de general. Resolvimos salir del estadio. Las puertas están cerradas no se permitía el ingreso de más personas quienes vociferan mostrando sus entradas. Salimos difícilmente.

Tras tribulaciones logramos entrar para situarnos en lo alto del graderío cercano a la curva norte. Perdimos parte del primer tiempo. Lo que vemos, sin embargo, es suficiente para convencernos de la pobreza actual del fútbol boliviano. Los arqueros, cuando toman el esférico, lo despachan sin miramientos a campo contrario. Lo regalan. No acostumbran a salir desde la defensa con pelota dominada. ¿Será que no ven ellos, ni sus técnicos, encuentros en otras latitudes?

Al público ni los dirigentes les preocupan mucho estos “pequeños” detalles. Lo que les importa es el resultado. Pablo Escóbar, el ariete de Strongest, al que un diario de Santa Cruz pretende otorgarle el premio como mejor futbolista del año, apenas ha tocado un par de veces con éxito el balón. ¡Ah! Integrará la selección que irá a Chile.

Si los dos equipos mejores del balompié nacional juegan así, ¿qué puede esperarse de la selección en la Copa América? Amanecerá y veremos.

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