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Miércoles 31 de mayo del 2000


LA CITA BANZER-GONI

Por Hernán Maldonado


No cabe duda que el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada basa gran parte de su éxito político en la picardía criolla para sacar provecho hasta de las situaciones más difíciles, uniendo a ello el pragmatismo que asimiló en su larga permanencia en Estados Unidos.

Los que no lo entienden así, lo estigmatizan envueltos en un ultranacionalismo absurdo. Cuando el presidente Hugo Bánzer visitó hace un año la población de Exaltación, en el Beni, le dijo a sus pobladores: "Yo hablo como ustedes, no como gringo".

Obviamente el mensaje estaba dirigido a su rival que, por cierto, ha perdido mucho de ese acento y más bien tiene problemas con la utilización del género. Sigue diciendo: "Cerralo la puerta". Cuando regresó hace 36 años al pais era difícil entenderle. Un diputado le interpeló y le preguntó cómo es que era ministro de Planificación de Bolivia si ni siquiera hablaba español. Goni no se inmutó, y le respondió: "Pertenezco a las mayorías nacionales que tienen problemas con el idioma".

La chispa de Sánchez de Lozada, que a veces es chocante en una sociedad formalista y conservadora, no siempre es comprendida y muchas de sus frases o ironías le caen como un boomerang.

Cuando asumió el cargo, ninguna de las ceremonias parecía despertar más entusiasmo que la visita que realizaba con ese mismo motivo a Bolivia el líder cubano Fidel Castro. Cuando los periodistas le preguntaron que opinaba de todo ese alboroto, Sánchez de Lozada dijo: "Estoy esperando que Fidel termine su visita para que los bolivianos se den cuenta que tienen nuevo presidente".

Astuto como es, se escapó de una emboscada periodística a los 100 días de su gobierno. Había prometido miles de empleos y como no había tal, se le reclamó el incumplimiento. "Bueno, bueno, pero tengan paciencia. Hasta para tener una guaguita hay que esperar 9 meses", dijo.

Ni en los 45 meses siguientes cumplió su promesa. Una cosa es prometer como opositor y otra cumplir como gobernante.

Dolido por la derrota del MNR en las elecciones del 97, adelantó que no perdería oportunidad para "j..." al nuevo gobierno. Al principio lo hizo tras la anulación del Bono Sol, pero después, ante los errores monumentales del actual régimen, no necesito esmerarse.

En las elecciones municipales de diciembre el MNR mantuvo casi el mismo porcentaje de votación que en los comicios nacionales del 97. La opinión de Goni parece ser: "este gobierno madura solito y los mangos estarán bajitos en las elecciones del 2002".

Goni juega a futuro porque cree tener los ases en la mano. En su aritmética está claro que no podrá acceder al poder si no cuenta con un aliado en el parlamento porque es casi imposible que su partido logre la mitad mas uno de los sufragios.

¿No estará por ahí este casi humillante pedido de audiencia a Bánzer? Sánchez de Lozada ha empezado a tender puentes y dentro de esa perspectiva hay que ver el encuentro que se producirá estos días.

Sin embargo, por encima de un afán electoralista, la cumbre podría derivar en el trazado de políticas de Estado. El MNR ya se dio cuenta que el fracaso de la gestión Bánzer repercutirá enormemente en el próximo gobierno. El país ya no se traga el cuento de que estamos como estamos por culpa del gobierno anterior.

Cuando la crisis asiática tocaba las puertas de Brasil, Sánchez de Lozada pidió una cumbre para trazar las metas para hacer frente a ese fenómeno. Bánzer le cerró las puertas.

De eso pasó más de un año. El país aprieta los dientes por la frustración que significa el actual régimen. Se ha acentuado el descrédito de la clase política y Sánchez de Lozada y Bánzer parecen finalmente haberse dado cuenta que la nave del Estado hace agua por todos los lados.

Por eso es que Bánzer aceptó presuroso el pedido de Goni de reunirse con él. Tan presuroso que dejó muy mal parado y como un entrometido al ministro secretario de la Presidencia, Walter Guiteras quien, sin consultar con su jefe, descartó la cumbre y, lo peor, utilizando frases despectivas e hirientes contra Goni.

Bánzer y Sánchez de Lozada quizás acuerden una agenda mínima de realizaciones que podrían contribuir a sacar al país del estado de marasmo en que se encuentra. Para nadie es un secreto la animadversión entre ambos. ¿Superarán sus antagonismos en nombre del país? ¿Prevalecerá el interés del Estado o el estado de animo?





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