Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Miércoles 25 de octubre del 2000


BANZER QUIERE PARAR LA HEMORRAGIA CON UNA CURITA

Por Hernán Maldonado




El presidente Hugo Bánzer Suárez ha resucitado el Ministerio de Asuntos Campesinos para contentar a los trabajadores del campo bolivianos y el afán no sólo significa retroceder a épocas demagógicas, sino que equivale a tratar de parar una hemorragia con una curita.

Tras la Revolución Nacional de abril del 52, el gobierno de turno creó ese ministerio entregándole las riendas a un dirigente campesino que siempre hizo el papel de calienta-banco. Los ministros de origen campesino que se sucedieron nunca desempeñaron un papel protagónico. Eran símbolos de la demagogia oficial.

Allá por el año 1967 le pedí a mi amigo Carlos Carrasco Ballivián, entonces jefe de Relaciones Públicas, que me consiguiera una entrevista exclusiva con el ministro de Asuntos Campesinos, Jorge Soliz.

Cuando entré a su oficina me di inmediatamente cuenta de la orfandad en la que se encontraba. Excepto unos cuantos papeles y un par de lapiceras, el escritorio del ministro estaba desnudo, como gritándome que eran otros los que tramitaban los asuntos del despacho.

Estreché una enorme mano callosa cuando el hombre me la extendió desde detrás de su escritorio. Llevaba todavía el sombrero puesto y parecía que sus hombros cuadrados, cubiertos por una gruesa chalina, reventarían en cualquier momento el estrecho saco que cubría una arrugada camisa sin corbata. Apenas pude escuchar la respuesta a mi saludo.

Me hizo sentar con una seña en un sillón de cuero que formaba parte de un recibo delante su escritorio y me preocupé de que peor sería oirle desde allí. Recién comprendí porqué Carrasco Ballivián me había alertado amablemente de que sería inútil la entrevista.

La primera pregunta la hizo él. "¿De dónde eres?", me dijo. "¿Qué me has dicho que te llamas?", preguntó. "Los Maldonado son de Capinota", añadió. Le respondí que creía que mis abuelos vivieron siempre en la ciudad de Cochabamba y que mis papás estaban en La Paz desde hace 30 años.

A cada pregunta y a cada respuesta se tomaba su tiempo para mirarme fijamente, como si me estudiara. Yo me sentía completamente incómodo. Estaba, además, confundido porque por momentos me tuteaba, me usteaba o las dos cosas a la vez. "Usted, ¿en que radio me ha dicho que trabajas?, preguntó.

En el periodismo deportivo me movía desde hace años como pez en el agua, pero por razones económicas había incursionado también en el periodismo general y la experiencia con el ministro del presidente René Barrientos Ortuño me desorientó completamente.

Cuando me di cuenta que el entrevistado era yo, pasé a la ofensiva. Pero fue inútil. Se limitaba a mover la cabeza después de un sonoro "ummmm", que yo interpretaba como "no sé nada de eso", como cuando le pregunté cómo es que creía que se podía pacificar el valle, todavía con rezagos del cruento antagonismo entre cliceños, ucureños y punateños.

La entrevista no me daba para ninguna crónica. Me atreví a preguntarle cómo es que creía que podría profundizarse la Reforma Agraria. Cualquiera sea la respuesta me salvará la entrevista, me dije.

Soliz meditó un buen rato y, todavía con el sombrero puesto, me contrainterrogó: "Y usted que piensas". Fue imperativo, de manera que, sorprendiéndome a mi mismo, le dije un par de cosas. "¡Ajá! Eso. Escriba eso", me ordenó, a la vez que dio por concluida la entrevista levantándose de su silla y extendiéndome la mano. Recién me percaté que era un hombre corpulento.

Mientras bajaba las gradas del edificio rumbo a la calle y caminaba hasta la Radio Fides me sentía furioso, pero no era por no haber sacado nada de la entrevista, sino por la comprobación del uso y abuso que hacían de nuestros campesinos los políticos, sean civiles o militares, so pretexto de compartir con ellos el poder.

No pasó mucho tiempo antes de que Soliz dejara de ser ministro y su brutal asesinato fue tan misterioso como los del periodista Jaime Otero Calderón y los esposos Alexander. Ocurrieron casi en la misma época y jamás fueron aclarados.

Ahora, a raíz de los graves sucesos de abril y septiembre que han puesto al descubierto la "Bolivia olvidada, marginada, postergada, utilizada con fines electorales", al decir del ministro banzerista Walter Guiteras, el régimen resucita el Ministerio de Asuntos Campesinos.

Pura demagogia. Otra vez los políticos le están dando a nuestros indígenas caramelitos y espejitos.

Lo ha anunciado el propio Guiteras a través del diario Los Tiempos: El ministro "no a ser un q'ara (hombre de corbata), va a ser un campesino genuino que pueda entender sus problemas, que los pueda canalizar y dar mejores condiciones de vida…"

Creo que lo menos que debemos pedirle al gobierno y a Guiteras, en particular, es que no se haga la burla de esa Bolivia "empobrecida" que, según él mismo advierte, está por tomar "decisiones suicidas".





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